Vancouver: atardecer en la bahía al final de la primavera. (Fotografía de Jules Etienne).

jueves, 6 de junio de 2024

Mirándolas dormir: OSCURO COMO LA TUMBA EN LA QUE YACE MI AMIGO, de Malcolm Lowry

"... si vamos al caso, cerca de Vancouver hay toda clase de parajes agrestes."

(Fragmentos del primer capítulo)

- ¿Cómo se llama su aldea? -le estaba preguntando su compañero-. Quizá la conozca. He estado cazando en la Columbia Británica en una o dos ocasiones.

- Eridanus. Está en una ensenada del mismo nombre bastante cerca de Vancouver. Pero eso no quiere decir nada, pues, si vamos al caso, cerca de Vancouver hay toda clase de parajes agrestes.

- En mis tiempos navegué un poco. ¿No es Eridanus el nombre de una estrella? ¿O me equivoco?

- Es el nombre de una constelación, la que está al sur de Orión. Parece un río y los antiguos la identificaron con la Estigia. Eso es casi todo lo que sé sobre ella, excepto que también se le ha llamado el río de la Juventud, posiblemente porque se asociaba con Faetón, quien desobedeciendo a su padre, se empeñó en conducir el carro del sol y, a consecuencia de ello, quemó la Tierra. Por eso se le ha llamado al mismo tiempo río de la Muerte y río de la Juventud. Desde el norte, donde estamos, no se puede ver la constelación completa, por lo que esperamos ver el resto de ella en México. La ensenada recibió su nombre de otro buque de vela perteneciente a una compañía que gustaba de bautizar sus barcos con los nombres de las constelaciones y, al parecer, fue arrojado a la costa en cierta ocasión en que soplaba con vioencia el chinook. Algunos de los habitantes más veteranos recordaban haber visto restos del naufragio en la playa y se decía que el barco transportaba una agradabilísima carga de mármol, cerezas en salmuera y vino de Portugal.

- ¿Cómo se incendió su primera casa? -le estaba preguntando aquel tipo persistente, cuando Sigbjørn se disculpó y volvió a sentarse junto a Primrose, que ahora estaba profundamente dormida y respiraba con tanta suavidad como un niño, con la cabeza apoyada en un brazo. Dios mío, ¡qué expresión tan inocente y bella, casi angelical, tenía, con los labios entreabiertos y bañada por la luz de la lámpara! Era como para pensar que no había sufrido nunca y que tenía por lo menos quince años menos que él, cuando en realidad era un poco mayor: treinta y nueve años. No era un efecto de la luz. A la luz del día parecía aún más joven.

"... Primrose que ahora estaba profundamente dormida (...) ¡qué expresión tan inocente y bella, casi angelical, tenía, con los labios entreabiertos y bañada por la luz de la lámpara!"

(Párrafo inicial del capítulo 8)

Sigbjørn se quedó junto a Primrose, dormida. Qué hermosa estaba, y apacible, como absorta en un sueño de flores silvestres en primavera. La luz de la luna entraba a bañarla. Tenía ojos rasgados y francos, de grandes pestañas, que cambiaban de color, como los de un cachorro de tigre; era una persona vivaz y estimulante. Una muchacha como una llama. En otro tiempo, la desesperación había grabado la inquietud en su rostro, pero en los últimos años las señales casi habían desaparecido. Tal vez Sigbjørn le hubiera hecho algún bien. A veces le parecía que ella podía hacerlas aparecer o desaparecer a voluntad. Nunca estaban visibles cuando estaba "viva", y Primrose tenía una forma muy particular de estar "viva". Tenía la capacidad de asombro de una niña: su rostro podía convertirse en un caos de ceños.

Malcolm Lowry (Inglaterra, 1909-1957).

(Traducido al español por Carlos Manzano).
El paisaje corresponde a la Isla Quadra en la provincia de la Columbia Británica, Canadá.

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