He cruzado una noche con tu madre
el umbral de tu cuarto,
virgen esquiva,
y te he visto durmiendo.
Estabas en tu cama, supina, finalmente amansada.
Nada había angelical en ti, dormida
sin sueños, sin alma,
como duerme una rosa.
Y un poco tu calor se había esfumado.
Con el rostro cerrado, absorto
en un sueño lejano
y como hinchado por oscuros fermentos
te leudabas durmiendo, como un tiempo
en el regazo maternal.
Y yo vi, niña,
tu sueño estupendo.
Vincenzo Cardarelli
(Italia, 1887-1959).
(Traducido al español por Beatriz Binda de Sartorio).
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