"Lucy está dormida y respira suavemente. Tiene más color en las mejillas. ¡Y su aspecto es tan dulce!"
VIII. Del diario de Mina Murray
(Fragmento)
Mismo día, 11 p. m. ¡Oh, cómo estoy
cansada! Si no fuera porque he tomado como un deber escribir en mi diario todas
las noches, hoy no lo abriría. Tuvimos un paseo encantador. Después de un rato,
Lucy estaba de mejor humor, debido, creo, a unas pacíficas vacas que llegaron a
olfatearnos en el campo cerca del faro, y nos sacaron completamente de quicio.
Creo que lo olvidamos todo, excepto, por supuesto, el temor personal, y esto
pareció borrarlo todo y damos la oportunidad de comenzar de nuevo.
Tomamos un magnífico "té a la inglesa" en
una pequeña y simpática posada, de antiguo estilo, en la bahía de Robin Hood,
con una ventana arqueada que daba a las rocas cubiertas de algas marinas en la
playa. Creo que hubiéramos asustado a la "Nueva Mujer" con nuestros
apetitos. ¡Los hombres son más tolerantes, benditos sean! Luego, emprendimos la
caminata de regreso a casa, haciendo alguna o más bien muchas paradas para
descansar, y con nuestros corazones en constante temor por los toros salvajes.
Lucy estaba verdaderamente cansada, y teníamos la intención de escabullirnos a
cama tan pronto como pudiéramos. Sin embargo, llegó el joven cura, y la señora
Westenra le pidió que se quedara a cenar. Lucy y yo, ambas, tuvimos una pelea
por ello con el molendero; yo sé que de mi parte fue una pelea muy dura, y soy
bastante heroica.
Creo que algún día
los obispos deben reunirse y ver cómo crían una nueva clase de curas, que no
acepten a quedarse a cenar, sin importar cuánto se insista, y que sepan cuándo
las muchachas están cansadas. Lucy está dormida y respira suavemente. Tiene más
color en las mejillas que otras veces, ¡y su aspecto es tan dulce! Si el Señor
Holmwood se enamoró de ella viéndola solamente en la sala, me pregunto qué
diría si pudiera verla ahora. Algunas de las escritoras de la "Nueva
Mujer" pondrían en práctica algún día la idea de que los hombres y las
mujeres deben poder verse primero durmiendo antes de hacer proposiciones o
aceptar. Pero yo supongo que la "Nueva Mujer" no condescenderá en el
futuro a aceptar; ella misma hará la propuesta por su cuenta. ¡Y bonito va a
ser el trabajo que tendrá! En esto hay alguna consolación. Esta noche estoy muy
contenta porque mi querida Lucy parece estar bastante mejor.
"... hasta el momento en que podamos anunciarle (...) que la tierra ha sido liberada de aquel monstruo de las tinieblas."
XIX. Del diario de Jonathan Harker
(Fragmento)
1 de octubre. La casa estaba sumida en un profundo silencio
cuando llegamos a ella, excepto por los gritos de alguna pobre criatura que
estaba en una de las alas más alejadas y un sonido bajo y lastimero que salía
de la habitación de Renfield. Indudablemente, el pobre hombre se estaba
torturando, a la manera de los orates, con pensamientos innecesariamente
dolorosos.
Entré en mi habitación de puntillas y encontré a Mina
dormida, respirando con tanta suavidad que tuve que aguzar el oído para captar
el sonido. Parecía más pálida que de costumbre. Esperaba que la reunión de
aquella noche no la hubiera impresionado demasiado. Me siento verdaderamente
agradecido de que permanezca fuera de nuestro trabajo futuro e incluso de
nuestras deliberaciones. Es una tensión demasiado grande para que la soporte
una mujer. No pensaba así al principio, pero ahora sé mucho mejor a qué atenerme.
Por consiguiente, me alegro de que eso haya sido resuelto. Es posible que haya
cosas que la asustaran si las oyera, no obstante, ocultárselas sería peor que
revelárselas, si es que llega a sospechar que hay algo que no le decimos. A
partir de este momento, tendremos que ser para ella como libros cerrados, por
lo menos hasta el momento en que podamos anunciarle que todo ha concluido y que
la tierra ha sido liberada de aquel monstruo de las tinieblas. Supongo que será
difícil guardar silencio, debido a la confianza que reina entre nosotros, pero
debo continuar en mi resolución y silenciar completamente todo lo relativo a
nuestros actos durante aquella noche, negándome a hablar de lo que ha sucedido.
Me acosté sobre el diván,
para no molestarla.
Bram Stoker (Irlandés fallecido en Inglaterra, 1847-1912).
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