Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

miércoles, 1 de agosto de 2018

Solsticio: EL CEMENTERIO MARINO, de Paul Valéry

"El alma expuesta a las antorchas del solsticio..." 

(Selección de cinco estrofas)

I
Este techo tranquilo, de palomas surcado,
Entre pinos y tumbas palpita, deslumbrado.
El justo Mediodía compone allí su fuego.
¡El mar, el mar, el mar que siempre recomienza!
Después de un pensamiento, ¡qué dulce recompensa
Una larga mirada al divino sosiego!

V
Como la fruta que se funde en complacencia,
Y suscita placer a cambio de su ausencia
En una boca donde se disuelve su forma,
Mi futura humareda yo también aquí huelo,
Y al alma consumida la música del cielo
Le habla de la ribera que en rumor se transforma.

VII
El alma expuesta a las antorchas del solsticio,
¡Tu justicia contesto, incomparable juicio
De la luz que utilizas tus armas sin piedad!
Yo te devuelvo pura a tu lugar primero,
¡Contémplate!. . . Fulgor, y reflejarte, empero
Significa de sombra una triste mitad.

X
Sacro interior, de un fuego sin materia colmado,
Fragmento de la tierra a la luz consagrado,
Este lugar me place, de antorchas circuido,
Hecho de oro y piedra y de nocturnos árboles,
En el que hay tantas sombras bajo trémulos mármoles.
¡Allí, sobre mis tumbas, el mar fiel se ha dormido!

XXIII
¡Sí! Majestuosa mar de delirios dotada,
Piel de pantera y clámide agujereada
Por millones de ídolos donde el sol se refleja,
Hidra absoluta, ebria de tu carne azulada,
Que en tu brillante cola hundes la dentellada
En un tumulto que al silencio semeja.

Charmes, 1922.

Paul Valéry (Francia, 1871-1945).

(La traducción del francés rimada en español es de Raúl Gustavo Aguirre).

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