Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

jueves, 31 de agosto de 2017

Eclipse: LA CONJURACIÓN DE FIESCO, de Friedrich Schiller

"Y las muchachas parecían enamoradas de mi negro rostro, que es tan oscuro como una luna en eclipse."
 
(Fragmento del acto segundo, escena IV)

Fiesco: Una zorra huele a otra. ¿Qué dicen de mis romancescas relaciones con la condesa Imperiali?
 
El Moro: Algo que de buena gana callaría.
 
Fiesco: Habla con libertad. Cuanto más osado, con mayor gusto te escucharé. ¿Qué se murmura?
 
El Moro: No se murmura; se dice a voz en grito, en tabernas y billares, en posadas y paseos, en el mercado, en la Bolsa...
 
Fiesco: ¿Qué? Te lo mando.
 
El Moro (retirándose.): Que estáis loco.
 
Fiesco: Muy bien. Toma un zequí por tu relato. Por dar qué pensar a los genoveses empuñé el cetro de la locura, y ahora voy a cortarme el pelo para competir con sus arlequines. ¿Cómo recibieron los tejedores de seda mis regalos?
 
El Moro (con tono de broma): Señor loco, parecían pobres reos...
 
Fiesco: ¡Señor loco!... ¿Has perdido el juicio, camarada?
 
El Moro: Perdonadme; me dio el antojo de ganar algunos zequíes más.
 
Fiesco (riéndose, le da otro.): Sigue... pobres reos...
 
El Moro: ...que reciben de golpe el indulto, con la soga al cuello. Están con vos, en cuerpo y alma.
 
Fiesco: Lo celebro, porque son los que disponen del populacho.
 
El Moro: ¡Qué escena!... Faltó poco para que le tomara gusto a la generosidad. Se echaron a mi cuello como locos. Y las muchachas parecían enamoradas de mi negro rostro, que es tan oscuro como una luna en eclipse. Qué poder omnipotente tiene el oro: ¡Hasta a un moro lo puede hacer blanco!
 
Fiesco: Mejor es tu pensamiento que el fango en que germina. Buenas son las noticias que traes, y sólo falta que se concreten en obras.
 
El Moro: Como en horrenda tempestad el ligero rumor del trueno. Ya se buscan, se reúnen y murmuran, apenas acierta a pasar un extranjero. Reina el bochorno en Génova y el descontento se cierne como espesa nube sobre la República... Basta una ráfaga de viento para que estallen los rayos y caiga el granizo.
 

Friedrich Schiller: Johann Christoph Friedrich von Schiller (Alemania 1759-1805).
 
La ilustración corresponde a una puesta en escena de la obra que tuvo lugar en Berlín en 1951,
con Franz Kutschera como Fiesco.

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