"La llama de mi amor, que está clavada en el alto Cénit del Firmamento, ni mengua en sombra ni se ve eclipsada."
Soneto 458
Por ser mayor el cerco de oro ardiente
Del sol que el globo opaco de la Tierra,
Y menor que éste el que a la Luna cierra
Las tres caras que muestra diferente,
Ya la vemos menguante, ya creciente,
Ya en la sombra el eclipse nos la entierra;
Mas a los seis Planetas no hace guerra,
Ni estrella fija sus injurias siente.
La llama de mi amor, que está clavada
en el alto Cénit del Firmamento,
Ni mengua en sombra ni se ve eclipsada.
Las manchas de la tierra no las siento,
Que no alcanza su noche a la sagrada
Región donde mi fe tiene su asiento.
Francisco de Quevedo (España, 1580-1645).
* Dice que su amor no tiene parte alguna terrestre.
Seméjale con la causa astronómica de eclipsarse la luna y no otros planetas.
José Antonio González de Salas, editor primigenio de este poema.
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