Sin embargo, tomando todo eso en cuenta, encuentro algo en Mary-Anne que me excita. Hay un misterio por descubrir, aunque no sé si está en ella o en mí o en ambas, no lo sé. Obtuve cierto placer acariciando el cuerpo que Rusty amaba.. Pero esa victoria ya ha comenzado a palidecer. Él no existe más para mí. Sólo la mujer que él amó importa ahora.
Por fortuna, ella era tan complaciente como para permitirme acunarla en mis brazos hasta quedarse dormida. Entonces, cuando comenzó a roncar suavemente, obede- ciendo a su deseo expreso, me levanté de la cama y regresé a la estancia, donde ahora me he sentado frente a la mesa de juegos, bebiendo gin-tonic, escribiendo estos renglones, demasiado alterada como para dormir.
Eugene Luther Gore Vidal
(Estados Unidos, 1925-2012).
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