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(Fragmento final)
Mi mujer está dormida
También es luna.
claridad que transcurre
-no entre escollos de nubes
entre las peñas y las penas de los sueños:
también es alma
Fluye bajo sus ojos cerrados,
desde su frente se despeña.
torrente silencioso,
hasta sus pies,
en sí misma se desploma
y de sí misma brota,
sus latidos la esculpen
se inventa al recorrerse,
se copia al inventarse
entre las islas de sus pechos
es un brazo de mar,
su vientre es la laguna
donde se desvanecen
la sombra y sus vegetaciones,
fluye por su talle,
sube,
desciende,
en sí misma se esparce,
se ata
a su fluir,
se dispersa en su forma:
también es cuerpo.
La verdad
es el oleaje de una respiración
y las visiones que miran unos ojos cerrados:
palpable misterio de la persona.
La noche está a punto de desbordarse.
Clarea.
El horizonte se ha vuelto acuático.
Despeñarse
desde la altura de esta hora:
¿morir
será caer o subir,
una sensación o una cecasión?
Cierro los ojos,
oigo en mi cráneo
los pasos de mi sangre
oigo
pasar el tiempo por mis sienes.
Todavía estoy vivo.
El cuarto se ha enarenado de luna.
Mujer:
fuente en la noche.
Yo me fío a su fluir sosegado.
En su poema Primero de enero, escribe Paz en una de sus estrofas:
Tú estabas a mi lado,
aún dormida.
El día te había inventado
pero tú no eceptabas todavía
tu invención en este día.
Quizá tampoco la mía.
Tú estabas en otro día.
Octavio Paz (México, 1914-1998).
Obtuvo el premio Nobel en 1990.
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