"... recordó la noche en que llegó a Tampico el acorazado General Grant. Los tripulantes irrumpieron ya ebriós en el Salón Tahití,"
Capítulo 2
Donata abrió los ojos
en la barraca de la comadrona. Observó al niño que la mujer le presentaba en
silencio. Hizo un esfuerzo y recordó la noche en que llegó a Tampico el
acorazado General Grant. Los tripulantes irrumpieron ya ebrios en
el Salón Tahití. Nadie sacó a bailar a Donata. Hasta que al fin, impulsado por
voces que ella no entendía, se levantó de una mesa el cocinero del barco. No la
invitó a la pista. Dejó en sus manos unos cuantos dólares y la siguió por el
pasillo poblado de macetas hasta el cuarto húmedo y opaco, lleno de espejos y
mantas floreadas.
- Isaiah Murrow, from Texarkana -dijo
por toda presentación cuando ya estaban desnudos en la cama-. What’s
your name?…
- Jenny -mintió Donata al sentir el cuerpo
sudoroso, las manos metálicas que se aferraban a sus caderas, la boca jadeante
pegada a sus senos.
El hombre la penetró con urgencia. Donata
fingió placer y sintió extrañeza cuando él la besó en los labios y le dijo algo
para ella incomprensible. A los pocos minutos Isaiah Murrow eyaculó, se puso de
pie, se lavó en la palangana, le dio las gracias y un dólar de plata y fue a
reunirse con los otros marinos. Había sido el séptimo cliente de esa noche.
Donata estaba muy fatigada y no acudió en busca del irrigador como siempre. Se
quedó inmóvil en el lecho y se durmió pensando en aquel nombre, Texarkana.
A los diecisiete años Donata Morales quedó
embarazada. Se negó a abortar porque no tenía a nadie en el mundo y un hijo le
daba seguridad y la justificaba. Perdió su empleo en el Salón Tahití. Con sus
ahorros pagó un alumbramiento que le costó mucho dolor y mullía sangre. Dio a
luz un niño idéntico a su padre, Isaiah Murrow, el de Texarkana.
Donata jamás recuperó la esbeltez
adolescente que le había ganado tanta clientela en el Salón Tahití. Se hizo
alcohólica y descendió a prostituirse en las calles. A los veintidós años un
ebrio le cortó la garganta en un cuarto de hotel sólo para ver qué se sentía.
Macrina, la mujer a quien Donata lo confiaba, le explicó a José Morales que su
madre se había ido a Francia en un barco y pronto iba a regresar y a traerle
muchos regalos. Poco después Macrina abandonó a José en la fonda en donde
trabajaba de mesera y huyó para no cargar con la responsabilidad.
José Emilio Pacheco (México, 1939-2014).
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