Hora cero
(Fragmento)
Había un nicaragüense en el extranjero,
un "nica" de Niquinohomo,
trabajando en la Huasteca Petroleum Co., de Tampico.
Y tenía economizados cinco mil dólares.
Y no era ni militar ni político.
Y cogió tres mil dólares de los cinco mil
y se fue a Nicaraguua a la revolución de Moncada.
Pero cuando llegó, Moncada estaba entregando las armas.
Pasó tres sías, triste, en el Cerro del Común.
Triste, sin saber qué hacer.
Y no era ni político ni militar,
Pensó, y pensó, y se dijo por fin:
Alguien tiene que ser.
Y entonces escribió su primer manifiesto.
Ernesto Cardenal (Nicaragua, 1925-2020).
(Fragmento)
Pero sería un muchacho
abstemio, tímido y de pequeña estatura que había salido de un
pueblito nicaragüense situado en una meseta cubierta de arbustos de café en las
estribaciones de la cordillera andina, en descenso hacia el litoral pacífico;
que había andado por plantaciones de bananos e ingenios de azúcar en la costa
norte de Honduras y Guatemala y por los centros petroleros de México, el que
convirtiéndose en caudillo militar de esa guerra, contradiría aquellos esquemas
entreguistas: Trabajando como peón, como tornero mecánico, como cuadrillero de
limpieza urbana, como artesano, como obrero agrícola, había llegado por fin a
México junto con otros muchos jóvenes que iban en busca de mejor fortuna, y en
el año de 1926, precisa- mente aquel en que los marines volverían a desembarcar
en su país para intervenir a favor de los conservadores en la guerra civil,
estaba sentado en algún lugar público de la bulliciosa ciudad
que era el Tampico del petróleo, de las doctrinas anarcosin- dicalistas, del
socialismo galopante de la revolución bolchevique, del agrarismo mexicano de
Zapata, conversando con amigos estibadores y petroleros; y teniendo el
periódico del día sobre la mesa, este muchacho nicaragüense había dicho que la
situación de su país lo estaba haciendo seriamente pensar en regresar para
empuñar las armas en contra de la intervención.
Sergio Ramírez (Nicaragua, 1942).
Las ilustraciones corresponden al pozo petrolero Juan Casiano, de la Huasteca Petroleum Company,
y a una fotografía de Augusto Nicolás Calderón Sandino, mejor conocido como Augusto César Sandino.
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