Noviembre 2
«Este
día está consagrado a la conmemoración de los difuntos. Sabes tú, Enrique, ¿a
qué muertos deben consagrar un recuerdo en este día, ustedes los muchachos? A
los que murieron por los niños. ¡Cuántos han muerto así y cuántos mueren
todavía! ¿Has pensado alguna vez cuántos padres han consumido su vida en el
trabajo, y cuántas madres han muerto extenuadas por las privaciones a que se
condenaron para sustentar a sus hijos? ¿Sabes cuántos hombres clavaron un puñal
en su corazón por la desesperación de ver a sus propios hijos en la miseria, y
cuántas mujeres se suicidaron, murieron de dolor o enloquecieron por haber
perdido un hijo? Piensa, Enrique, en este día, en todos estos muertos. Piensa
en tantas maestras que fallecieron jóvenes, consumidas de tisis por las fatigas
de la escuela, por amor a los niños, de los cuales no tuvieron valor para
separarse; piensa en los médicos que murieron de enfermedades contagiosas, de
las que no se precavían por curar a los niños; piensa en todos aquellos que en
los naufragios, en los incendios, en las hambres, en un momento de supremo
peligro cedieron a la infancia el último pedazo de pan, la última tabla de
salvación, la última cuerda para escapar de las llamas, y expiraban satisfechos
de su sacrificio, que conservaba la vida de un pequeño inocente. Son
innumerables, Enrique, estos muertos. Todo cementerio encierra centenares de
estas santas criaturas, que si pudieran salir un momento de la losa, dirían el
nombre de un niño al cual sacrificaron los placeres de la juventud, la paz y la
vejez; los sentimientos, la inteligencia, la vida; esposas de veinte años,
hombres en la flor de la edad, ancianos octogenarios, jovencillos –mártires
heroicos y oscuros de la infancia– tan grandes y tan nobles que no produce la
tierra flores bastantes para poderles colocar sobre sus sepulturas. ¡Tanto se
quiere a los niños! Piensa hoy con gratitud en estos muertos y serás mejor y
más cariñoso con todos los que te quieren bien y trabajan por ti, querido y
afortunado hijo mío, que en el día de los difuntos no tienes aún que llorar a
ninguno!
Tu padre
Edmundo de Amicis (Italia, 1846-1908).
La ilustración corresponde a un cementerio italiano durante la celebración de la Festa dei morti
(Fiesta de los muertos).
Edmundo de Amicis (Italia, 1846-1908).
La ilustración corresponde a un cementerio italiano durante la celebración de la Festa dei morti
(Fiesta de los muertos).
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