Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

martes, 5 de septiembre de 2017

Eclipse: EL ARPA Y LA SOMBRA, de Alejo Carpentier


(Fragmento)

... Cuando me asomo al laberinto de mi pasado en esta hora última, me asombro ante mi natural vocación de farsante, de animador de antruejos de armador de ilusiones, a manera de los saltabancos que en Italia, de feria en feria -y venían a menudo a Savona- llevan sus comedias, pantomimas y mascaradas. Fui trujamán de retablo, al pasear de trono en trono mi Retablo de Maravillas. Fui protagonista de sacra reppresentazione al representar, para los españoles que conmigo venían, el gran auto de la Toma de Posesión de Islas que ni se daban por enteradas. Fui ordenador magnifico de la Gran Parada de Barcelona -primer gran espectáculo de Indias Occidentales, con hombres y animales auténticos, presentado ante los públicos de la Europa. Más adelante -fue durante mi tercer viaje- al ver que los indios de una isla se mostraban recelosos en acercarse a nosotros, improvise un escenario en el castillo de popa, haciendo que unos españoles danzaran bulliciosamente al son de tamboril y tejoletas, para que se viese que éramos gente alegre y de un natural apacible (Pero mal nos fue en esa ocasión, para decir la verdad, puesto que los caníbales, nada divertidos por moriscas y zapateados, nos dispararon tantas flechas como tenían en sus canoas...) Y, mudando el disfraz, fui Astrólogo y Milagrero en aquella playa de Jamaica donde nos hallábamos en la mayor miseria, sin alimentos, enfermos y rodeados para colmo, por habitantes hostiles listos a asaltarnos. En buena hora se me ocurrió consultar el libro de Efemérides de Abraham Zacuto, que siempre llevaba conmigo, comprobé que aquella noche de febrero, veríase un eclipse de luna, y al punto anuncié a nuestros enemigos que si esperaban un poco, en paz, asistirían a un grande y asombroso portento. Y, al llegar el momento, aspándome como molino, gesticulando como nigromante, clamando falsos ensalmos, ordene a la luna que se ocultase... y ocultose la luna. Fuime en seguida a mi cámara y luego de esperar a que corriese el reloj de arena el tiempo que hubiese de durar el milagro -tal cual estaba indicado en el tratado- reaparecí ante los caníbales aterrados, ordenando a la luna que volviese a mostrarse -cosa que hizo sin demora, atendiendo a mi mandato (Acaso por tal artimaña llegué vivo a la fecha de hoy...)
 
Alejo Carpentier
(Cubano nacido en Suiza y fallecido en Francia; 1904-1980).
 
La ilustración corresponde a un grabado del siglo XVIII sobre el eclipse de luna narrado por Cristóbal Colón.

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