(Fragmento)
Versión rimada:
Así
el sol, al nacer en una oscura
Atmósfera
cubierta de vapores,
Sólo
despide tristes resplandores,
O
alguna claridad poco segura;
Y
tal también se ve descolorido
Cuando
su hermana eclipsa su encendido
Inmenso
disco, que penado arroja
Algún
rayo de luz funesta y roja,
Anuncio
de sucesos desgraciados,
Terror
de los más altos potentados,
Mas
con todo, a pasar de las fatales
Tinieblas
con que espanta a los mortales,
Los
demás astros nunca lo disputan
El
Reino, y vasallaje lo tributan.
Tal
el terrible Arcángel se presenta:
Su
resplandor celeste, aunque eclipsado
Eclipsa
a los demás. Su rostro, arado
Por el vengador rayo, está cubierto
De negros surcos...
Versión en prosa:
Era comparable con el sol naciente cuando sus rayos atraviesan con dificultad la niebla, o cuando situado a espaldas de la luna en los sombríos eclipses difunde un crepúsculo funesto y atormenta a los reyes con el temor que inspiran sus revoluciones. Así oscurecido, brillaba más el arcángel que todos sus compañeros: pero surcaban su rostro profundas cicatrices causadas por el rayo, y en la inquietud que en sus demacradas mejillas y bajo sus cejas se retrataba, al par que en su intrepidez, e indomable orgullo, parecía anhelar el momento de la venganza.
John Milton (Inglaterra, 1608-1674).
La ilustración corresponde a la recreación visual de Paraíso perdido por Terrance Lindall.
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