"¿qué tendrá la luna hermosa de agosto?"
(Fragmento: La desgracia de Damián Limón)
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Agosto es mes de
muerte y desgracias. El cuchillo de la canícula se mueve a diestra y siniestra.
Don Gregorio, el cajamuertero, se prepara con tiempo; desde mayo, desde junio,
compra los materiales que pueda ir necesitando y sin que nadie los encargue hace dos o tres ataúdes para que no se le tome desprevenido y allí
ande con carreras a la hora de la hora. ¡Pobres de los enfermos crónicos! ¡Ay
de los niños! Esa mala luna siniestra. Y los ganados, que sufren diezma. Mes de
sequía, de calores malignos, de calma en el regazo de las nubes. La calma que
frustra las siembras. Los enfermos, las madres, los agricultores pasan el mes
-hasta el día de San Bartolomé-, pasan el mes con el alma en vilo. ¡Con qué
flojera ve don Refugio que agosto va llegando: que le hablan de aquí, de allá,
que un viaje a este y aquel rancho, que fulano está en las últimas, que a
perengano de nada le han servido las medicinas, que usted tuvo la culpa de que
zutano haya muerto! Y como si no fueran bastantes las muertes naturales -¿qué
tendrá la luna hermosa de agosto? ¿qué tendrá el sol, y el cielo de fuego, y el
aire seco?- vienen las muertes violentas, por accidentes inexplicables o en
pleitos repentinos.
Agosto es
mes funesto.
Agustín Yáñez (México, 1904-1980)
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