"Pareció que el corazón del viejo se derretía, como si el sol hubiese vuelto después de un eclipse."
Tomo II: La rebelión
Tomo II: La rebelión
(Fragmento del capítulo III: La libertad)
Hablaba
del campo y del día hermoso que hacía. Pero sus ojos risueños parecían decir:
-
Tú eres bueno y yo soy un burro. ¡Perdóname, te quiero mucho! Pareció que el
corazón del viejo se derretía, como si el sol hubiese vuelto después de un eclipse.
Por un momento no pudo articular
palabra. Cristóbal le había vuelto a tomar el brazo y charlaba más
amistosamente que nunca; había doblado el paso sin darse cuenta de que
reventaba a sus dos compañeros. Schulz no se quejaba; ni siquiera se daba cuenta
del cansancio, tal era su contento. Sabía que pagaría todas sus imprudencias
del día, pero decía:
-
¡Tanto peor para mañana! Cuando se haya marchado, tendré tiempo de descansar.
Romain Rolland (Francia, 1866-1944). Obtuvo el premio Nobel en 1915.
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