Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

sábado, 27 de mayo de 2017

Carnaval: EL PROFESOR UNRAT (El ángel azul), de Heinrich Mann


(Fragmento final del capítulo XV)
 
En el baile de máscaras organizado en casa de Basura una noche de Carnaval, hubo señoras irreprochables que aprovecharon el amparo del antifaz para satisfacer su curiosidad. Algunos de los señores casados que aquella noche acudieron observaron hasta el final un comportamiento sospechosamente reservado, temiendo ser espiados detrás de un antifaz por ojos conyugales. Las jóvenes solteras comentaron entre sí alguna salida nocturna y misteriosa de sus madres. Seguramente habían ido a casa de Basura. Cuando se encontraban solas tarareaban a media voz las canciones de Rosa Fröhlich. El misterioso juego de prendas, en el que las parejas se tendían en el suelo bajo una manta, penetró en los hogares burgueses y se jugaba cuando las hijas casaderas recibían la visita de posibles maridos. Antes del verano, tres señoras de la buena sociedad y dos muchachas solteras salieron de pronto para el campo, anticipando de un modo que pareció singular las vacaciones de verano. Tres comerciantes se declararon en quiebra. Meyer, el tabaquero de la plaza del mercado, falsificó unas letras y se ahorcó al descubrirse su delito. Empezó a murmurarse sobre la situación económica de Breetpoot...
 
Y esta desmoralización de toda una ciudad, que nadie podía impedir por ser muchos los que se hallaban implicados en ella, era obra de Basura y constituía su triunfo. La pasión que le dominaba en secreto, aquella pasión que su cuerpo reseco, sólo muy raras veces delataba con una mirada de venenoso brillo verde gris, desafiaba y se imponía a toda una ciudad. Basura era fuerte; podía ser feliz.
 
 
Heinrich Mann (Alemán radicado y fallecido en Estados Unidos; 1871-1950)

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