Cuando al espejo miras
el gesto hermoso, Flori, con que admiras
honra y gloria del suelo
de espejo le haces cielo;
pues siendo como el cielo transparente,
a su luna, creciente
ya de esplendor, añades rayos rojos,
sol con tu cara, estrellas con tus ojos.
Francisco de Quevedo (España, 1580-1645)
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