"... hasta que por fin la editorial francesa Olympia Press (...) se animara a ofrecerla a la venta al público en septiembre de 1955."
Cuando Vladimir Nabokov envió el manuscrito de Lolita a diferentes empresas editoriales en Estados Unidos, fue rechazado en principio por Viking, en tanto que Simon & Schuster la calificó como "pura pornografía", además de que fue rechazada en otras tres ocasiones, hasta que por fin la editorial francesa Olympia Press, especializada en publicar las obras en inglés que la censura rechazaba -tal había sido el caso de Trópico de Cáncer, de Henry Miller y de otros autores como Lawrence Durrell y Samuel Beckett-, se animara a ofrecerla a la venta al público en septiembre de 1955.
Quién se iba a imaginar que casi setenta años después, tal y como reflexiona el protagonista de mi novela En el nombre de Bogart, "Paradoja soñada por Zaratustra, lo que en su momento fue un acto de liberación da un giro de ciento ochenta grados para imponer el recato neoconservador de la corrección política: el eterno retorno", ese mismo fantasma que revive para condenar -otra vez igual que entonces- la supuesta vocación perversa de su pedofilia.
Jules Etienne
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