(Fragmento del capítulo X)
- Buenas
noches, mi señora, y que descanséis plácidamente. La vi dirigirse a las
escaleras que conducían a la galería, subirlas y pasar brevemente bajo la
lámpara que había sobre la puerta de su dormitorio. La puerta se abrió y se
cerró, desapareció de mi vista. Me quedé allí un rato más, mirando hacia
arriba, como si al no moverme pudiera prolongar de algún modo la sensación de
su presencia. Me vinieron a la mente las palabras de una canción provenzal que
había cantado a veces: Para consolarme por su pérdida, pienso en el lugar donde
está... No oí voces desde dentro y pensé que tal vez Alicia no había querido
despertar a la mujer que la atendía, que estaría durmiendo ahora. Se desnudaría
y se prepararía para ir a la cama sin ayuda, y esto concordaba con lo que yo
sentía que era la bondad de su naturaleza.
Debo
confesar aquí, ya que estoy decidido a confesarlo todo, que durante un rato,
mientras estaba allí, puse en práctica esa facultad de especulación de la que
he hablado antes, estimulada en mí por Yusuf, pero creo que ya estaba allí en
una medida bastante fuerte, y comencé a imaginarme este desnudez suya, pero no
llegué muy lejos. Ella era toda maravilla para mí, no carne. Era mi dama
reencontrada. Y yo era su espléndido Thurstan, no un espía ni un libertino.
Barry Unsworth
(Inglés fallecido en Italia, 1930-2012).
(Traducido del inglés por Jules Etienne).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario