"A ver, tú; que te den el embudo del aceite… ¿Conque no bebe?"
(Fragmento del libro cuarto, capítulo II: Camino al desierto)
(Fragmento del libro cuarto, capítulo II: Camino al desierto)
- ¡Lévantese de ay!
La voz era enérgica y ronca.
Mientras Axkaná se incorporaba, dos manos lo
cogieron por un brazo; otras lo arrojaron contra el asiento. Ahora sentía
apoyado sobre el pecho el cañón de la pistola.
- Saca el tequila –dijo la misma voz.
El cuello de una botella vino a tocarle la boca.
El cuello de una botella vino a tocarle la boca.
- Beba un trago -mandó la voz.
- No bebo.
- No bebo.
- ¿No bebe?
- No. No bebo.
- Conque no, ¿eh?
Las ondas de la voz siguieron dirección distinta.
- A ver, tú; que te den el embudo del aceite…
¿Conque no bebe?
Se oía el ruido que hacían delante al remover los
trebejos del automóvil.
- Conque no bebe… Conque no bebe… -repetía la voz.
“Va a ser inútil resistir –pensó Axkaná-. Acaso
fuera más juicioso no oponerse.”
Tuvo, sin embargo, miedo de que lo envenenaran.
- Y ¿quién me asegura –preguntó- que es sólo
tequila lo que quieren darme?
- Nadie. Y sobran las preguntas. Si quisiéramos envenenarlo
o matarlo de otro modo cualquiera, ¿quién lo había de impedir? Pero ya oyó que
pedí el tequila. Sienta la botella: está nuevecita, la acabamos de destapar.
Beba, pues, por las buenas o por las malas. Traiga la mano… ¿No es ésta una
botella?
A despecho de todo, aquel lenguaje hizo cierta
gracia a Axkaná. Tocando la botella, dijo:
- Sí, es una botella.
- Beba un trago, pues… Mire: bebo yo primero.
Breve silencio… Chascaba una lengua:
- Buen tequila, ¡la verdad de Dios!... Ahora usted.
Axkaná bebió.
- ¿Es tequila o no es tequila?
- Así parece.
La botella seguía apoyada, en parte, en la mano
derecha de Axkaná.
- Beba otra vez.
- No, ya no.
- Beba otra vez, le digo… Y nomás no se me mueva
tanto, que la pistola puede dispararse.
Y diciendo así, el desconocido volvió a hacer que la
botella y los labios de Axkaná se juntaran. Axkaná tornó a beber.
- ¿No es buen tequila?
- Sí, si es bueno… Pero ¿para qué me han traído a
este sitio?
Con el cuello de la botella golpeaba el desconocido los labios de Axkaná. Lo hacía, evidentemente, con intención de causarle daño y mantenerlo dócil. Para que cesara en aquello, Axkaná bebió.
Con el cuello de la botella golpeaba el desconocido los labios de Axkaná. Lo hacía, evidentemente, con intención de causarle daño y mantenerlo dócil. Para que cesara en aquello, Axkaná bebió.
Martín Luis Guzmán (México, 1887-1976)
La ilustración corresponde a un fotograma de la película La sombra del caudillo (1960), dirigida por Julio Bracho.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario