Las luciérnagas
Aquí en el altiplano, cuando la temporada de lluvias ha terminado, y en la primera semana de junio las noches comienzan a tornarse frías, aparecen las luciérnagas en los bosques.
En un atardecer se pueden ver dos o tres, estrellas solitarias aventureras flotando en el aire transparente, subiendo y bajando como sobre las olas o como si hicie- ran reverencias. Con el ritmo de su vuelo sus linternas diminutas se encienden o apagan. Se les puede atrapar y dejarlas brillar sobre la palma de la mano, despiden una luz peculiar, un misterioso mensaje que torna la piel verde pálido con un hálito a su alrededor. A la noche siguiente se ven centenares y centenares en los bosques.
Por alguna razón se mantienen a cierta altura, a cuatro o cinco pies de la tierra. Resulta imposible no imaginar a una multitud de chiquillos entre seis y siete años que corren en la oscuridad del bosque sosteniendo velas, varitas portadoras de un fuego mágico, saltando y retozando alegremente mientras giran sus pequeñas antorchas. Entonces los bosques se llenan de una vida salvaje y juguetona, en tanto que todo permanece en un perfecto silencio.
Isak Dinesen: Karen Blixen (Dinamarca, 1885-1962).
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