(Párrafo de la extensa carta que Genoveva le escribe a Víctor)
Mi querido amor.
(...)
Adiós,
adorado. Es tarde. El fuego está apagado y estoy cansada. ¿Sabes lo que
quisiera? Entrar paso a paso en tu cuarto, sin despertarte, poner un beso muy leve en tu boca adorada, y descender, sin despertarte… Sólo un beso
¿Pero tendría valor para tanto? Podría resisitirme a decirte al oído: soy yo,
tu Genoveva, tu esclava, tómame, sé mi señor. Mi amado, ¡cuánto te adoro! A
veces pienso que me haces mejor. Eres purificador; me siento con más nobleza,
pienso con más serenidad. ¡Cómo nos cambia el amor! Adiós, mi amado. Quisiera
poder escribirte toda mi vida, pero mi pobre mano, ¡mi pequeña mano está tan
fatigada! ¡Si te tuviese aquí para recostarme en tu hombro! Oh, que hermoso
paseo bajo los árboles, ¿no crees? ¿Sentiste el calor de mi brazo? ¿Estaba en
tu corazón?
(…)
Adiós.Tu G.
José Maria Eça de Queirós (Portugués fallecido en Francia, 1845-1900).
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