"... en aquel 22 de abril, Jueves Santo y día de San Sotero y San Cayo, brillaba la luna roja en el firmamento."
La reina Isabel la Católica nació en jueves santo bajo la luna roja.
(Fragmento del primer capítulo)
La criatura rompió a llorar y, a poco, la telilla cayó en la bacina de las malas aguas. La reina se durmió y no prestó atención a los parabienes de sus damas. Las matronas lavaron a la niña del moco y la sangre que había traído del vientre de su madre, y ya la mostraban a los escribanos que la reconocieron como hija del rey Juan y de la reina Isabel, y levantaron testimonio de que la nacida tenía todos los miembros femeninos que las mujeres tienen, y ya las parteras le cortaron el cordón umbilical y le fajaron el vientre, y se dispusieron a vestirla con un pañal, una camisita de trenzal blanco y un rico faldón.
Venida al mundo la criatura, el escribano rellenó el espacio en blanco que había dejado en el pergamino y anotó de su propia mano lo que faltaba para dar fe de la hora exacta del nacimiento: “Dos tercios de hora”.
Así quedó escrito que la infanta, que sería bautizada con el nombre de Isabel, el de su señora madre, había nacido el día de Jueves Santo, 22 de abril de 1451, cuatro horas y dos tercios de hora, después de mediodía. Larga vida le dé Dios.
A poco, asonaron las campanas de las iglesias de Madrigal y comarcanas e, luego, conforme corría la buena nueva, las de Medina del Campo, Arévalo, Tordesillas, Olmedo, Valladolid, Salamanca y las de Castilla toda.
Los notarios remitieron el acta al señor rey, comunicándole el nacimiento de su hija. Éste mandó escribir cartas públicas, cuantas fueron necesarias, para condes, duques, obispos, alcaides, regidores, veinticuatros, caballeros, escuderos y hombres buenos de ciudades y villas.
De lo que no quedó referencia, pese a las muchas cartas que se libraron anunciando el venturoso alumbramiento de la reina, fue de que en aquel 22 de abril, Jueves Santo y día de San Sotero y San Cayo, papas, brillaba la luna roja en el firmamento, espléndida, desde antes del ocaso hasta rayar el alba.
Ángeles de Irisarri (España, 1947).
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