Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

viernes, 27 de diciembre de 2013

Diciembre: LA ESFINGE DE LOS HIELOS, de Jules Verne


(Fragmento del capítulo XIX: El grupo desaparece)

A primera hora del viernes 27 de diciembre, la Halbrane puso el cabo al Suroeste.
 
El servicio de a bordo, marchó como de costumbre, con la misma obediencia y la misma regularidad. Entonces no era ni peligroso ni cansado. El tiempo era siempre bueno y la mar también. Si estas condiciones no transformaban los gérmenes de la insurrección, y yo lo esperaba, no encontrarían motivo para desarrollarse, y no habría dificultades. Además, el cerebro trabaja poco en las naturalezas groseras.
 
Los ignorantes no se abandonan nunca al fuego de la imaginación; encerrados en el presente, el porvenir no les preocupa.
 
Sólo el hecho brutal que les pone frente a la realidad les saca de su indiferencia.
 
¿Se produciría este hecho?
 
En lo que concierne a Dirk Peters, reconocida su identidad, ¿ no debía de cambiar nada en su manera de ser, y continuaría tan poco comunicativo como de costumbre? Debo hacer presente que, después de la revelación, los marineros no parecía que sentían repugnancia por motivo de las escenas del Grampus, excusables, después de todo, dadas las circunstancias. Además, ¿podía olvidarse que el mestizo había arriesgado su vida por salvar la de Martín Holt? No obstante, él continuó separado del resto, comiendo en un rincón, durmiendo en otro... navegando «al largo de la tripulación». ¿Tenía, pues, para conducirse de tal modo, algún otro motivo que ignorábamos, y que tal vez el porvenir nos haría conocer?
 
 
Jules Verne (Francia, 1828-1905).

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