"Voy a tomar el tren de las dos y media para Tampico."
(Fragmento del primer capítulo: México)
- Para un hombre inteligente tal vez no, pero estos
campesinos -se encogió de hombros-. Son incapaces de aprender nada más allá de
las tareas más simples. Yo mismo tengo un camión. El único en Bonito. Es lo más
importante de mi negocio. Traje un chofer y mecánico especialmente de
Tampico, pero el desgraciado se tuvo que ir cuando le dio por meterse a la política.
- Algo peligroso en este país.
Se limpió una capa de sudor de su cara regordeta.
- Estaba en el primer grupo
al que ejecutaron esta mañana. Muy desafortunado.
Obviamente se refería a
sí mismo. Le dije:
- Así es la vida, señor
Jennings. No debería haberse ido.
Una forma bastante
difícil de verlo, pero la mayor parte del sentimiento más humano se había
quemado en mi interior desde hace mucho tiempo, particularmente en lo que respecta a ese tipo de
situaciones. No era asunto mío y estaba cansado de la conversación que, por
alguna razón, tenía un extraño aire de irrealidad. Tenía calor y estaba cansado
y no quería nada más que un baño y tal vez un par de horas en mi cama antes de
que partiera el tren.
Me puse de pie y Jennings dijo:
- Tengo un envío bastante importante para ir a Huila. ¿Conoce el lugar,
tal vez?
Entonces adiviné lo que él
quería, pero no había ninguna razón por la que debería ponérselo fácil.
- No, no le puedo decir que sí.
Doscientas millas al
norte de aquí hacia la frontera americana. Carreteras de tierra, pero no
demasiado malas en la estación seca.
Para entonces, ya
había tenido suficiente. Dije:
- Voy a tomar el tren de las dos y media para
Tampico.
Podría estar de vuelta
mañana por la noche y tomar el tren al día siguiente.
- En ese caso perdería
el barco para La Habana mañana por la noche -dije-. Y ese pasaje no tiene
reembolso.
¿Cuánto era? ¿Cuarenta
y dos dólares americanos? Se encogió de hombros.
- Le pagaré quinientos,
señor Keogh. Quinientos buenos dólares americanos y muy fáciles de ganar. Tiene
que admitirlo.
Lo cual me hizo enojar
bastante porque después de pagar mi pasaje no me quedaban más de veinte o treinta
dólares.
- Eso es mucho dinero
sólo por llevar unos suministros al interior del país -repliqué con cautela.
Así que decidió ser
honesto conmigo, el gran rostro brillante se arrugó en una jovial sonrisa de
hombre a hombre. Seré franco con usted, señor Keogh. Las cajas de mi camión
contienen buen whisky escocés. Un bien escaso en México, solo Dios lo sabe,
pero al otro lado de la frontera tienen lo que se conoce como Prohibición. Allí
valdrá mucho más.
- Incluyendo una
sentencia de cinco años en prisión si te agarran transportando esas cosas
-señalé-.
- Un riesgo que otra
persona asume -dijo-. El hombre que se hace cargo del envío en el Huila. Usted,
amigo mío, no violará ninguna ley que yo conozca. No, mientras permanezca en
México. Comerciar con alcohol aquí es perfectamente legítimo.
Lo cual era bastante
cierto y la perspectiva era tentadora, incluso si perdía el boleto del barco,
aun así estaría bastante/considerablemente mejor.
(...)
- ¿Había mucho de
importancia en la cartera?
- Veinte o treinta
dólares, un boleto de tren, el pasaje para un vapor y mi pasaporte.
Levantó las cejas.
- ¿Entonces? Ahora eso
es serio. Más de lo que supuse en un principio.
Volvió a mirar el
expediente.
- Veo por sus papeles
que estaba registrado como ciudadano
británico. ¿Es eso correcto?
Respondí con calma:
- Así es.
- Extraño, pensé que
ustedes, los irlandeses, tenían ahora un estado libre, desde que ganaron su
revolución.
- Algunas personas
podrían cuestionarlo -le dije.
Parecía desconcertado,
luego asintió alegremente:
- ¡Ah!, pero claro,
ahora tienen su guerra civil. Los irlandeses que lucharon juntos contra los
ingleses, ahora se matan unos a otros. Aquí en México hemos sufrido el mismo
problema -volvió a mirar en el archivo-. Para que pueda obtener un pasaporte
nuevo requiere solicitarlo al cónsul británico en Tampico.
- Supongo que sí.
Henry Harry Patterson (Inglaterra, 1929-2022).
solía utilizar el seudónimo literario de Jack Higgins,
aunque esta novela la firmó como James Graham.
(Traducida del inglés por Jules Etienne).