"Como cuando una nación sufre la peste y se dice que allí o allá hay un hombre, un sabio..."
Primera parte: El hijo del Brahmán
(Fragmento)
Una vez, cuando los jóvenes hacía ya aproximadamente
tres años que vivían con los samanas y habían participado en todos sus
ejercicios, les llegó de lejos una noticia, un rumor, una leyenda: había
surgido un hombre, llamado Gotama, el majestuoso, el buda, que en su persona
había superado el dolor del mundo y había parado la rueda de las
reencarnaciones. Enseñando, rodeado de discípulos, recorría el país sin
propiedades, sin casa, sin mujer, tan sólo con el ropaje amarillo del asceta,
pero con la frente alegre, como un bienaventurado, y los brahmanes y los
príncipes se inclinaban ante él y se convertían en sus discípulos.
Esta leyenda,
este rumor, este cuento sonó en el aire, perfumó la atmósfera aquí y allá. Los
brahmanes hablaban de ello en las ciudades, los samanas en el bosque; siempre
se repetía el nombre de Gotama, el buda, a los oídos de los jóvenes, para bien
y para mal, en alabanzas e improperios.
Como cuando una nación sufre la peste y
se dice que allí o allá hay un hombre, un sabio, un experto cuya palabra y
aliento es suficiente para curar a todos los enfermos, y esta noticia recorre
el país y todos hablan de ella, unos la creen, otros dudan, pero muchos se
ponen rápidamente en camino para buscar al sabio, al salvador, así también con
aquel rumor perfumado de Gotama, el buda, el sabio de la tribu de los Sakias.
Los creyentes decían que Gotama poseía la máxima ciencia, se acordaba de sus
vidas pasadas, había alcanzado el nirvana y jamás volvería al ciclo, jamás se
hundiría de nuevo en la turbia corriente de las configuraciones. Se decía de él
muchas cosas maravillosas e increíbles, había hecho milagros, había superado al
demonio, había hablado con los dioses.
Pero sus enemigos y los incrédulos
afirmaban que este Gotama era un vano seductor, que pasaba sus días,
holgadamente, despreciaba los sacrificios, no era sabio y desconocía los
ejercicios y la mortificación.
La leyenda del buda era dulce, los informes
llevaban el perfume del encanto. Ciertamente el mundo se hallaba enfermo y la
vida era difícil de soportar. Y no obstante, pongan atención: una fuente parece
sonar como un suave mensaje, lleno de consuelo y de nobles promesas. En todas
partes adonde llegaba la voz del buda, en todas las regiones de la India, los
jóvenes escuchaban con interés, sentían anhelo, esperanza; cualquier peregrino
o forastero recibía excelente acogida entre los hijos de los brahmanes de las
ciudades, si traía noticias de Gotama, el majestuoso, el Sakiamuni.
Hermann Hesse (Alemán nacionalizado suizo, 1877-1962).
Obtuvo el premio Nobel en 1946.
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