"Y ese loco... que se había sometido a un sinnúmero de operaciones quirúrgicas para hacerse un cuerpo de gato."
(Fragmento del capítulo VI)
(Fragmento del capítulo VI)
Así
comenzaba el carnaval.
Una
galería titánica de anatomías miserables, reducidas al estado de escorias. Era
la colección más espantosa que hubiera visto.
La
primera serie de fotografías estaba dedicada a un enano. La criatura había
posado alegremente frente al objetivo de Joachim -reconocí el taller de la
calle Péguy-. Sobre el último cliché, el artista aparecía al lado del modelo.
Alto, impasible, casi tan horrible como el enano.
Una
decena de otros individuos estaban catalogados de la misma forma. A medida que
el desfile avanzaba, eran cada vez más feos y estaban más cerca de las quimeras
de Joachim.
Una
anoréxica de treinta kilos, con el cuerpo azulado por las venas. Salía desnuda
en la fotografía. Parada frente al objetivo, erguida, con las piernas torcidas.
Un
transexual mutilado después de su operación fallida.
Un
hombre con quemaduras severas que había sobrevivido de milagro.
Un
manco que había nacido así, sin brazos ni manos.
Y
ese loco, en Inglaterra, del que había hablado toda la prensa, que se había
sometido a un sinnúmero de operaciones quirúrgicas para hacerse un cuerpo de
gato.
¿Por
qué todas esas personas habían consentido en ser fotografiadas? ¿Qué abominable
narcisismo las había empujado a exhibirse así frente a Joachim? De pronto, me
heló la sangre una idea espantosa. Una violencia sofocante, el recuerdo de que,
como todos ellos, yo había aceptado. Como ellos, había enarbolado mi rostro con más
orgullo que si hubiera sido bello.
Entonces
recordé mi lugar entre ellos. Como si hubiera olvidado, por un instante, que el
último eslabón del carnaval era yo.
Anne-Sophie Brasme (Francia, 1984).
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