10.
En el decenio siguiente, se difunde la doctrina de Galileo. En todos lados, los panfletistas y baladistas se hacen eco de las nuevas ideas. Durante el carnaval de 1632 muchas ciudades de Italia toman la astronomía como tema para sus comparsas.
(Una
pareja de comediantes semihambrientos, con una chiquilla de cinco años y un
niño de pecho, llegan a una plaza donde un gentío, en parte disfrazado, espera
el desfile de carnaval. Los dos arrastran atados de ropa, un tambor y otros
utensilios.)
El
cantor de baladas (con redobles de tambor): ¡Honorables vecinos,
damas y caballeros! Antes de que comiencen a desfilar las comparsas de los
gremios en esta noche de carnaval, ejecutaremos la última canción florentina
que todo el norte de Italia canta y que nosotros hemos importado hasta aquí a
pesar de los enormes costos! Se titula "La horrible teoría y dictamen del
señor físico real don Galileo Galilei" o "Una prueba de lo que
vendrá". (Canta):
El
Todopoderoso con don creador
dar vueltas a
la tierra al sol ordenó
y una lámpara
grande a su vientre colgó
para que
girara como un buen servidor.
Porque era su
deseo más ferviente
que en torno
al señor rodara el sirviente.
Y así
comenzaron los menesterosos tras los poderosos,
los traseros
tras los delanteros,
así en la
tierra como en el cielo.
Y en torno al
Papa los cardenales.
Y en torno al
Cardenal los arzobispos.
Y en torno al
Obispo los tribunales.
Y en torno al
Tribunal los secretarios.
Y en torno al
secretario los artesanos,
y en torno al
artesano los servidores.
Y en torno al servidor los ganapanes, las gallinas,
los pobretes y los canes.
Éste es, distinguido público, el orden consumado, ordo
ordinum, como dicen los señores teólogos: regula aeternis, la regla de las
reglas. ¿Pero, apreciado público, qué sucedió? (Canta):
Y ahí viene el
doctor Galilei (tira la Biblia, sacude su anteojo y lo dirige al gran universo)
ordena al astro rey detenerse
porque toda la inmóvil creatio dei
debe dar vueltas, girar y moverse,
correrá entonces la rica señora
y el aya actuará de espectadora.
¿Qué decís de esto? es tremendo, pero no hay broma. La
servidumbre cada día está más insolente, pero una cosa es cierta, hablemos en
nuestro idioma: ¿quién no sueña con ser su propio señor para siempre?
El criado, holgazán; la criada, fresca.
El perro del matarife engordará.
El monaguillo marchará a la pesca.
El aprendiz en
la cama quedará.
¡No, no, no! Con la Biblia, señores, no hagáis bromas,
¡al cogote del gañán la cuerda bien resistente! Pero una cosa es cierta,
hablemos en nuestro idioma: ¿quién no sueña con ser su propio señor para
siempre? Mis buenos vecinos: mirad un poco en ese futuro que anuncia el doctor
Galileo Galilei:
Dos amas de casa en el mercado
no se explicaban lo que veían:
la pescadera cogió un pescado
y sola, con pan se lo comía.
El albañil, los hoyos ya cavados,
busca la piedra y mampostería
del señor y ya todo terminado
se mete adentro con sabiduría.
¡Oh! ¿Es posible esto? No, no, no, aquí no hay broma,
¡al cogote del gañán la cuerda bien resistente! Pero una cosa es cierta,
hablemos en nuestro idioma: ¿quién no sueña con ser su propio señor para siempre?
El campesino pega en el trasero
a su señor sin consideración.
Y ahora, la leche que daba al clero
sus niños beberán con fruición.
¡No, no, no! Con la Biblia, señores, no hagáis bromas,
¡al cogote del gañán la cuerda bien resistente! Pero una cosa es cierta,
hablemos en nuestro idioma: ¿quién no sueña con ser su propio señor para
siempre?
La
mujer:
En el
pecado caí
y a mi marido dejé
por ver si un astro fijo
encontraba por ahí.
El
cantor de baladas:
¡No, no, no,
Galilei, no, no! Termina la broma, Atended:
el perro sin
bozal muerde a la gente.
Pero una cosa
es cierta y bien lo sabe Roma:
¿quién no
sueña con ser su propio señor hoy y siempre?
Ambos:
Los que en la tierra sufrís, ¡ay!
Reuníos todos juntos
y aprended de Galilei
a poner la raya y punto
a lo que ya es suficiente.
¿quién no sueña con ser su
propio señor para siempre?
El
cantor de baladas: Vecinos, mirad el fenomenal descubrimiento de
Galileo Galilei. ¡La tierra gira alrededor del sol! (Bate fuertemente el
tambor. La mujer y la chiquilla se adelantan. La mujer sostiene un tosco dibujo
del sol. La chiquilla con una calabaza en la cabeza —imagen de la tierra—
da vueltas alrededor de la mujer. El cantor indica con grandes gestos a la
chiquilla, como si ésta fuera a realizar un peligroso salto mortal, ya que
camina hacia atrás, al compás de los redobles del tambor. Luego, se oyen desde
atrás otros tambores.)
Una
voz profunda: ¡Las comparsas! (Entran dos hombres con harapos,
tirando un pequeño carro. Sobre el mismo está sentado, en un ridículo trono,
una figura con una corona de cartón y vestida de arpillera que espía por un
telescopio. Sobre el trono, un letrero: "Buscad el disgusto". Más
atrás vienen cuatro hombres enmascarados que llevan un gran lienzo, donde paran
y arrojan un muñeco que representa un cardenal. Un enano se ha colocado a un
lado con un letrero: "La nueva era". De la multitud sale un
pordiosero que levanta en alto sus muletas y se pone a bailar pataleando en el
suelo hasta que cae con gran ruido. Luego, entra un enorme muñeco que hace
reverencias al público: Galileo Galilei. Delante de él un niño con una enorme
Biblia abierta, con las páginas tachadas.)
El cantor de baladas: ¡Galileo, el triturador de la Biblia!
Bertolt Brecht (Alemania, 1898-1956).
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