La Agricultura
(Fragmentos del Canto II)
Sobre el mar le consagró Venecia un templo:
Desde las tribunas hasta las venerables puertas,
Sonriendo, aparece la libertad,
Y el rigor de la atadura entonces retira
En el instante en que sus juegos anuncia
De la ciudad sensata la sabiduría barre;
Mil y mil bellezas, que en el centro
De sus tristes hogares, entre altos muros,
Se arrastran los días oscuros como la noche,
Sometidos a las férreas leyes de tiranos,
Víctimas de los celos y siempre con miedos,
De repente pasan de la amargura a la suavidad,
Del yugo extremo a la libertad extrema:
Por lo tanto, el marido no tiene poder ni justicia;
En tal ley cree Venecia y la respeta
Cubre su rostro con cara prestada;
Para darle asilo seguro al misterio,
Un mortal enmascarado es casi un número.
(...)
La agradable escena que abre los juegos;
Cuando el fuego surge y el fuego abrasa el aire;
a las lúcidas celebraciones sobre las aguas
La melodía triunfa, y guía sus pasos
La danza hace volar la trama gentil;
A orillas del Canal, palacios, plazas,
Todo ríe, todo brilla, asombra, encanta;
Y los gustos, las delicias, los vencedores
De razón seria, y por moralidad severa,
Entre sus trofeos allí recuerdan
Artes, hechizos, ilusiones de hadas,
Hasta el día en que las leyes de nuevo importen,
Un yugo para transitar al final de los delirios.
Manuel María Barbosa du Bocage (Portugal (1765-1805).
(Traducido del portugués por Jules Etienne).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario