(Fragmento del capítulo 1)
Sugiko era una chica saludable, rebosante de vida. Nunca había conseguido dormirme sin dificultades, y, cuando me quedaba a dormir en casa de mi prima, en la misma habitación que ésta y al lado de ella, contemplaba con una mezcla de admiración y envidia la manera en que Sugiko siempre se quedaba dormida en el mismo instante en que apoyaba su cabeza en la almohada, como si fuera una máquina.
La libertad de que gozaba en casa de Sugiko era mucho mayor que la que me concedían en mi casa. Como los imaginarios enemigos que querían raptarme -es decir, mis padres- no estaban presentes, mi abuela me daba mayor libertad sin la menor aprensión. Allí no había necesidad alguna de que no me apartara de su vista, como ocurría en casa.
(Traducido del inglés por Andrés Bosch).
La princesa Aoi
(Fragmento inicial)
En la sala de un hospital, a medianoche. A la izquierda, una gran ventana con cortinas. Al fondo una cama. Acostada en la cama, Aoi. A la derecha una puerta.
Hikaru (Con el impermeable puesto y una valija en la mano, aparece con la enfermera. Es un joven hermoso. En voz baja): Está profundamente dormida.
Enfermera: Sí, duerme profundamente.
Hikaru: ¿No se despertará aunque hablemos en voz alta?
Enfermera: No, con la droga que ha tomado, no despertará fácilmente aunque haya mucho ruido.
Hikaru (Mirando atentamente el rostro dormido de Aoi): ¡Qué rostro sereno!
Enfermera: Sí, ahora está sereno.
Hikaru: ¿Ahora?
Enfermera: Sí, porque cuando llega medianoche...
Hikaru: ¿Sufre?
Enfermera: Mucho.
Yukio Mishima (Japón, 1925-1970)..
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