"Señora Webb: No se ha despertado todavía. Aún no ha emitido donido alguno. George: ¡Emily dormida!"
(Fragmento del segundo acto)
Sra. Webb: ¡Dios mío! Me asustaste. Bueno, George,
puedes estar aquí un momento bajo techo,
pero sabes que no puedo pedirte que
entres.
George: ¿Por qué no?
Sra. Webb: George, tú sabes tan bien como yo… el
novio no debe ver a la novia el día de la
boda hasta la hora de la ceremonia.
George: Ah... Eso no es más que una superstición.
Buenos días, Sr. Webb. (Entra el Sr. Webb).
Sr. Webb: Buenos días, George.
George: Sr. Webb, ¿usted no cree en esa
superstición, verdad?
Sr. Webb: Millones han respetado esa superstición, y
tú no querrás ser el primero en violar la
costumbre.
George: ¿Cómo está Emily?
Sra. Webb: No se ha despertado todavía. Aún no ha
emitido sonido alguno.
George: ¡Emily dormida!
Sra. Webb: ¡No en balde! Estuvimos despiertas hasta
las tantas, cosiendo y empacando.
Ahora te diré lo que voy a hacer. Quédate
aquí un momento con Webb y tómate esta
taza de café; yo voy arriba para vigilar que
ella no baje y te sorprenda aquí. Hay
también tocino, pero no te demores
mucho. (La Sra. Webb sale. Silencio
embarazoso. El Sr. Webb moja roscas en el
café. Más silencio).
Sr. Webb (Abruptamente y muy alto): Bueno,
George, ¿cómo te sientes?
George (Paralizado, atragantado con el café) Muy
bien, muy bien. (Pausa.) Señor Webb, ¿qué
sentido común puede haber en semejante
superstición?
Sr. Webb: Bueno... mira, la mañana de su boda, la
novia sólo está pensando en la... ropa y
cosas por el estilo… ¿No te parece que
probablemente sea por eso?
George: Sí... no lo había pensado antes.
Sr. Webb: Una muchacha es susceptible de estar un
poco nerviosa el día de su boda. (Pausa)
George: Ojalá que un hombre pudiera casarse sin
todos esos ajetreos.
Sr. Webb: Los hombres siempre se sienten así
cuando se casan, George, pero no les ha
servido de nada. Las mujeres son las que
han inventado las bodas, hijo. Durante un rato las mujeres se lo cogen todo para
ellas. Un hombre resulta muy poquita cosa
en una boda, George. Todas esas buenas
mujeres cierran filas para asegurarse que el
enlace sea del modo más público posible.
Thornton Wilder
(Estados Unidos, 1897-1975).
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