viernes, 22 de marzo de 2024

Mirándolas dormir: SERENATA, de James M. Cain

"... y nos dieron un cuarto con ducha, así que ella estaba feliz. Después de que salpicó el agua suficiente..."

(Párraf
o inicial del capítulo VI)

Encontramos un pequeño hotel, un tugurio de dos dólares en la calle Primavera, y no tuvimos ningún problema. Era exactamente lo que podía esperarse, pero después de México parecía un palacio, y nos dieron un cuarto con ducha, así que ella estaba feliz. Después de que salpicó el agua suficiente para saciar su antojo, vino a caer en mis brazos, y ahí me quedé yo pensando en que estábamos por empezar una vida juntos en mi propio país, y le quería decir algo al respecto, pero de lo siguiente que vine a enterarme es que ella se había quedado dormida junto a mí.


(Fragmento del capítulo XI)

Entonces nos quedamos platicando y le dije a ella mucho más del asunto hasta que al fin lo saqué todo de mi pecho y ya no me quedaba nada más por decir. Una vez que dejé de mentirle, ella no pareció sorprendida, o escandalizada, ni nada por el estilo. Me miraba con sus grandes ojos negros y asentía con un movimiento de su cabeza, otras veces decía algo que me llevaba a pensar que ella comprendía ciertas cosas mejor que yo, o que los doctores. Entonces la abrazaba y después nos dormíamos, y yo sentía una paz que no había tenido por años. Todos esos horribles escalofríos de las últimas semanas se habían ido y algunas veces, cuando ella estaba dormida y yo no, la miraba pensando en la iglesia y en la confesión. Todo lo que puede significar para quienes llevan cargando algo muy pesado en su alma.

James Mallahan Cain
(Estados Unidos, 1892-1977).

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