(Fragmento del capítulo II)
Un jueves
de enero, a las dos de la madrugada, nació Amaranta. Antes de que nadie entrara
en el cuarto, Úrsula la examinó minuciosamente. Era liviana y acuosa como una
lagartija, pero todas sus partes eran humanas, Aureliano no se dio cuenta de la
novedad sino cuando sintió la casa llena de gente. Protegido por la confusión
salió en busca de su hermano, que no estaba en la cama desde las once, y fue
una decisión tan impulsiva que ni siquiera tuvo tiempo de preguntarse cómo
haría para sacarlo del dormitorio de Pilar Ternera. Estuvo rondando la casa
varias horas, silbando claves privadas, hasta que la proximidad del alba lo
obligó a regresar. En el cuarto de su madre, jugando con la hermanita recién
nacida y con una cara que se le caía de inocencia, encontró a José Arcadio.
Úrsula
había cumplido apenas su reposo de cuarenta días, cuando volvieron los gitanos.
Eran los mismos saltimbanquis y malabaristas que llevaron el hielo. A diferencia
de la tribu de Melquíades, habían demostrado en poco tiempo que no eran
heraldos del progreso, sino mercachifles de diversiones. Inclusive cuando
llevaron el hielo, no lo anunciaron en función de su utilidad en la vida de los
hombres, sino como una simple curiosidad de circo. Esta vez, entre muchos otros
juegos de artificio, llevaban una estera voladora. Pero no la ofrecieron como
un aporte fundamental al desarrollo del transporte, como un objeto de recreo.
La gente, desde luego, desenterró sus últimos pedacitos de oro para disfrutar
de un vuelo fugaz sobre las casas de la aldea. Amparados por la deliciosa
impunidad del desorden colectivo, José Arcadio y Pilar vivieron horas de
desahogo. Fueron dos novios dichosos entre la muchedumbre, y hasta llegaron a
sospechar que el amor podía ser un sentimiento más reposado y profundo que la
felicidad desaforada pero momentánea de sus noches secretas. Pilar, sin
embargo, rompió el encanto. Estimulada por el entusiasmo con que José Arcadio
disfrutaba de su compañía, equivocó la forma y la ocasión, y de un solo golpe
le echó el mundo encima. «Ahora si eres un hombre», le dijo. Y corno él no
entendió lo que ella quería decirle, se lo explicó letra por letra:
- Vas a tener un hijo.
Gabriel García Márquez (Colombiano fallecido en México, 1927-2014).
Obtuvo el premio Nobel en 1982.
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