(Diez años después. Un palacio en Venecia. Una gran
sala abierta al Adriático, donde se sumergen los escalones de mármol. En el
medio, una mesa servida, iluminada por antorchas).
Escena primera
Don Juan:
¡Venecia! ... ¡Ah! la ciudad de la fragilidad, es ella.
La columna es de estuco, la piedra es de encaje,
¡El muro es un reflejo y la calle es de agua!
Y cuando dos amantes intercambian un anillo,
¡Este anillo, Sganarelle, tiene el espíritu de cristal!
Sganarelle:
Han pasado diez años y tú ...
Don Juan:
Yo persevero...
Sganarelle:
¿Esta noche?
Don Juan:
Baile.
Sganarelle:
¿Vuelves?
Don Juan:
No. Más fuerte que Aníbal,
Aprovecho la victoria… ¡después del baile!
Sganarelle:
Señor, si llega la hora, tanta bella insolencia...
(Suena un reloj).
Don Juan:
Cuando hablamos de la hora, suena.
Sganarelle:
¡Oh!
Don Juan:
¡Silencio!
Desde el campanario escuchémosla desprenderse.
Sganarelle:
El placer de llamar a un campanario
¿Vale la pena que bajo este cielo, señor, siga por siempre?
Don Juan:
Me gustan los zapatos blancos de las mujeres de
Venecia,
Y, como casamentero, tener un gondolero
Que canta, hace versos y se torna familiar.
Las damas de Venecia usan un baño de cedro
¡Quién pondría a Hipólito a merced de Fedra!
Venecia es un lugar repleto de ocasiones,
De regatas, bailes… y procesiones.
¡Amo Venecia! Y luego, su león se parece a mí
Al pie del cual se aglomera un vuelo de palomas,
Y quien se rinde, con un gran desdén amargo,
¡Reinar sobre el amor, reinar sobre el mar!
Sí, como tú, ciudad loca y profunda,
¡Vivo sobre mi reflejo, que se forma sobre la ola!
Sganarelle:
Esta ciudad es mortal.
Don Juan:
Y aunque así lo sea,
Ciudad a la que vienen a terminar todos los aventureros
¿Quién quiere al morir romper el cristal más hermoso?,
Me niego a huir bajo un cielo más severo.
Una ciudad del amor he visto mi primer día
Mi último día deseo ver también una ciudad del amor.
Solo se permite un epitafio para Don Juan:
"¡Nació en Sevilla y murió en Venecia!"
Lo que digo, además, es sólo para asustarte:
¡Creo que el diablo nos ha olvidado!
Edmond Rostand (Francia, 1868-1918).
La ilustración de La dernière nuit de don Juan es de George Barbier (1921).
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