"... todos los habitantes de la república deben haberse vacunado (…) para prevenir la epidemia de viruela."
(Fragmento del capítulo XVIII)
- Buenos días, señores. ¿En qué puedo servirles?
- En mucho -contestó uno de ellos-. ¿Vienen ustedes de las montañas?
- Sí, ¡y vaya que es pesado el viaje! Conseguimos algunas pieles que pensamos vender en San Luis Potosí.
- ¿Están todos ustedes vacunados?
- ¿Estamos qué?- ¿Tienen certificado de vacunación? Hay un decreto que ordena que todos los habitantes de la República deben haberse vacunado en un plazo de cinco años a la fecha, para prevenir la epidemia de viruela.
- Mire, caballero; a nosotros nos vacunaron de pequeños en nuestro país, pero no tenemos el certificado.
- Claro que no, caballero, ¿quién lo tendría? Ni yo -dijo el empleado riendo, secundado por los otros-. Soy delegado de Salubridad, enviado por estos rumbos para vacunar a todos, especialmente a los indios, quienes son particularmente atacados por la viruela. El trabajo es duro. Huyen cada vez que venimos al pueblo, tienen miedo; hemos necesitado de todo un regimiento para cogerlos. Se esconden en las montañas, en cuevas, en barrancas, entre la maleza y no regresan a casa hasta que saben que nos hemos marchado.
- Sí -interrumpió otro empleado-, véame la cara, toda arañada por una mujer que defendió a sus niños a quienes queríamos vacunar. Pero usted conoce nuestro país, vea la cantidad de ciegos a causa de la viruela. Mire a los miles de muchachas bonitas que son cacarizas.
- Y cuando acudimos para ayudar a estas gentes -intervino otro empleado- nos persiguen y hasta nos apedrean como si fuéramos sus peores enemigos, sin considerar que en realidad somos sus mejores amigos. No tienen que pagar ni un centavo, nuestros servicios son enteramente gratuitos y el gobierno solo pretende salvarlos.
Después habló el hombre de los anteojos:
- Mire, amigo: sabemos que tanto usted como sus compañeros están vacunados, pero quisiéramos pedirles un gran favor. Haga que ellos se aproximen y se dejen vacunar voluntariamente. Necesitamos mostrar a estas gentes ignorantes que ustedes no tienen miedo de lo que nosotros hacemos y que vienen a recibir su arañazo con el mismo gusto con que irían a un baile. Desde todos los jacales nos atisban en estos momentos; hace cuatro días que estamos aquí, ofreciendo nuestros servicios y tratando de convencer a estas gentes, sin éxito, y lo peor es que la Iglesia se ha declarado enemiga de la vacunación por el hecho de que no fue ordenada por el Señor, y la combate en la misma forma en que combate la educación para evitar que lean libros escritos en contra de la Iglesia y que escriban pecaminosas cartas de amor. Bueno, usted sabe bien de todo esto sin necesidad de que yo se lo diga. ¿Quiere ayudarnos?
- Desde luego -contestó Howard-, con mucho gusto haremos lo que quiera en su ayuda y en la del gobierno.
B. Traven: Ret Marut, Hal Croves o Traven Torsvan
(Alemán nacionalizado mexicano, 1882-1969).
(Traducido al español por Esperanza López Mateos).
(Traducido al español por Esperanza López Mateos).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario