"... tus mejillas, tan frescas cual tu boca, son de brillante, nítido color..."
(Fragmento)
¡Oh,
mujer cuyos ojos son estrellas,
cuya
sonrisa es magia singular,
cuyo
rostro es hermoso y placentero,
del
vergel de la India tulipán!
¿Quién
eres tú, cuya flotante túnica
de
seda, resplandece como el sol,
y
es áurea como el cáliz que contiene
del
nenúfar azul el corazón?
¿Eres
la Gloria acaso? ¿La Fortuna?
¿La
Belleza, la Dicha, o el Placer?
¿Eres
tal vez la Vida que se encarna
en
tu forma perfecta de mujer?
Blanquísimos
e iguales son tus dientes
y
es tu talle flexible, escultural:
tus
cejas arqueadas y sedosas
sombrean
de tus ojos el ardor,
tus
mejillas, tan frescas cual tu boca,
son
de brillante, nítido color,
inspirando
tu célica belleza
a
nuestros ojos muda admiración.
Se
adornan tus orejas pequeñitas
con
pendientes de oro y de coral,
más
no aumentan las joyas la hermosura
de
su concha rosada natural.
Tus
manos transparentes, de las venas
nos
dejan ver la fina red azul,
que
recuerdan los pétalos del loto
cuando
los baña matutina luz.
Tiene
tu risa armónicos acentos,
todo
es en ti simétrico y gentil;
tus
diminutos pies, que ahora se cruzan,
conservan
en su forma la infantil
delicadeza
de tus lindos dedos.
Por
su forma y purísimo blancor
aparecen
cual bellas flores níveas
que
surgen del sendero en el verdor.
Tus
piernas tan derechas y tan finas
cual
columnas de rosa capitel,
sostienen
de tu cuerpo la estructura
armonizando
fuerza y esbeltez,
y
tus ojos estrellas de azabache,
que
el blanquísimo esmalte hacen lucir,
resaltan
con sus círculos de púrpura
que
un pincel dibujara con carmín.
Magnífica
es tu negra cabellera
que
miro con sus rizos ondular;
tu
cintura flexible y diminuta
con
las manos se puede circundar.
No, no he visto jamás sobre la tierra
tan
admirable y tan perfecto ser,
y
las ninfas y diosas no igualaron
tu atractivo infinito de mujer...
Valmiki (India, en fecha imprecisa).
Se ubica la escritura del Ramayana entre el año 500 y el 100 a. de C.