lunes, 8 de octubre de 2018

Otoño: ELIAS PORTOLU, de Grazia Deledda

"El rebaño pacía a los lejos. Algún gracioso corderillo de otoño, (...) balaba con lamentos de niño mimado."

(Fragmento inicial del capítulo VI)
 
Avanzaba el otoño, trayendo una dulce melancolía a la tanca. En los días vaporosos, el paisaje parecía más amplio, con misteriosos confines más allá del límite velado del horizonte. Y una soledad más intensa gravitaba sobre los campos; los árboles, las piedras, las matas, adquirían cierta gravedad, como si también ellos sintieran la tristeza otoñal. Grandes cuervos lentos y melancólicos surcaban el cielo pálido. La hierba otoñal renacía en los rastrojos ennegrecidos por las abundantes lluvias caídas últimamente.
 
En uno de estos días velados, todavía tibios, pero tristes, Elías se encontraba solo sentado junto a la cabaña. Leía uno de sus acostumbrados libritos de plegarias y de meditaciones. El rebaño pacía a los lejos. Algún gracioso corderillo de otoño, blanco como la nieve, balaba con lamentos de niño mimado.
 
Elías leía y esperaba a tío Martinu Monne, al que había mandado llamar para pedirle un consejo.
 
 
Grazia Deledda (Italia, 1871-1936). Obtuvo el premio Nobel en 1926.
 
(Traducido al español por José Miguel Velloso).

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