martes, 6 de diciembre de 2022

Diciembre: UN PUENTE SOBRE EL DRINA, de Ivo Andrić

"Durante la primera mitad del mes cayeron unas heladas y tormentas de nieve como hacía años no se recordaban."

(Fragmento del capítulo IV)

Se contaban y se creían muchas cosas, pero el miedo era más fuerte que todo lo demás. Así que el trabajo en el puente continuó a gran velocidad y sin interrupciones ni obstáculos, y habría seguido si no fuera porque a principios de diciembre se presentó un frío atroz contra el que el poder de Abid Agá nada podía hacer.
 
Durante la primera mitad del mes cayeron unas heladas y tormentas de nieve como hacía años no se recordaban. La piedra se suelda con la tierra, la madera se resquebraja. Una nieve menuda cristalina cubre todos los objetos, las herramientas y las cabañas enteras; al día siguiente un viento caprichoso se la lleva a otra parte y cubre otros paisajes. El trabajo cesa por sí mismo y el miedo a Abid Agá se debilita para desvanecerse por completo. Abid Agá aún intenta afrontarlo unos días, pero al final cede. Licencia a los trabajadores y para las obras. Con la peor de las ventiscas montó a caballo y se fue con sus hombres. El mismo día se fue tras él Tosun Efendi en un trineo rural lleno de paja y de mantas, y el maestro Antonije en dirección contraria. Y todo el campamento de siervos se desperdiga por los pueblos y los profundos valles, desaparece imperceptible e inadvertidamente como el agua que la tierra absorbe. Queda la construcción como un juguete abandonado.
 
Antes de partir, Abid Agá volvió a convocar a los notables turcos del lugar. Estaba abatido en su impotencia iracunda. Y al igual que el año anterior, les dijo que lo dejaba todo en sus manos y bajo su responsabilidad.
 
- Yo me voy, pero mi ojo se queda. Y tened mucho cuidado: mejor es que cortéis veinte cabezas desobedientes que uno solo de los clavos del sultán se pierda. En cuanto despunte la primavera, estaré de nuevo aquí y pediré cuentas a todo el mundo.
 
Los notables se lo prometieron todo, igual que el año anterior, y se fueron a sus casas, preocupados y arrebujados en sus sayos, chalecos y bufandas, agradeciendo a Dios en su interior que hubiera creado el invierno y las ventiscas, poniendo así al menos con su poder un límite al de los poderosos.
 
 
 Ivo Andrić
(Serbocroata nacido en Bosnia durante el imperio otomano y fallecido en Serbia cuando formaba parte de Yugoslavia, 1892-1975). Obtuvo el premio Nobel en 1961.
 
La ilustración corresponde a una vista actual del puente sobre el río Drina durante una nevada.

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