sábado, 6 de enero de 2018

Nieve: UN MUCHACHO DE BUEN TEMPLE, de Bjørnstjerne Bjørnson

"De las granjas desparramadas sobre la nieve en la sombra de la tarde de invierno, brotaban (...) reflejos de luz..."

(Fragmento del capítulo IV)

Era un anochecer entreclaro del invierno, y no molestaba el frío. No se veían estrellas, lo que parecía indicar lluvia para el día siguiente. Un viento suave pasaba a ras de la nieve que cubría parte de la vegetación a manchas desiguales. Donde no había nieve el camino se veía recubierto de hielo, que relucía en tonos de un negro azulado, y así hasta donde alcanzaba la vista. La nieve se acumulaba en altos montones al pie de los peñascos, y sus bordes lucían bajo el manto blanco, excepto en los sitios donde los apretados abedules daban una tonalidad oscura. No se veían los espejos del agua, y sí solamente brezales areniscos medio desnudos y charcos en copiosas manchas alternando hasta el pie de los peñascos. De las hoscas granjas desparramadas sobre la nieve en la sombra de la tarde de invierno, brotaban, ora de una ventana, ora de otra, reflejos de luz que se proyectaban en la extensión de los campos; por su movilidad estas luces daban a entender el ajetreo del interior de los hogares.
 
Bjørnstjerne Martinius Bjørnson (Noruego fallecido en Francia, 1832-1910).
Obtuvo el premio Nobel en 1903.

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