"... una gran mascarada, una fortaleza denominada Château Vert..."
(Fragmento)
(Fragmento)
Primavera de 1521
El
cardenal Wolsey envió un mensaje a la reina invitándonos a participar en la
mascarada del martes de Carnaval que se celebraría en su residencia, en York
Place. La reina me pidió que leyera la carta y mi voz temblaba de emoción con
las palabras: una gran mascarada, una fortaleza denominada Château Vert, y
cinco damas para bailar con los cinco caballeros que asediarían la fortaleza.
-
¡Ay! Su Majestad… - comencé a decir y luego enmudecí.
-
¡Ay! Su Majestad, ¿qué?
- Me
preguntaba si se me permitiría ir -dije con mucha humildad-. Para mirar los
festejos.
-
Me parece que os preguntabais algo más que eso -me dijo con un destello
en los ojos.
-
Me preguntaba si podría ser una de las bailarinas –confesé-. Suena realmente maravilloso.
-
Sí, podéis –dijo-. ¿Cuántas de mis damas solicita el cardenal.
-
Cinco -dije en voz baja. Por el rabillo del ojo vi que Ana se sentaba en su
asiento y cerraba los ojos un instante. Supe exactamente lo que estaba
haciendo, podía oír su voz en mi cabeza tan fuerte como si gritara: «¡Elígeme!
¡Elígeme! ¡Elígeme!» Funcionó.
-
Señorita Ana Bolena -dijo la reina, pensativa-. La reina María de Francia, la
condesa de Devon, Jane Parker y vos, María.
Ana
y yo intercambiamos una rápida mirada. Seríamos un quinteto dispar: la tía de
la reina, su hermana, la princesa María, Jane Parker, la heredera -quien
probablemente iba a ser cuñada nuestra, si nuestros padres se ponían de acuerdo
con la dote-, y nosotras dos.
-
¿Iremos vestidas de verde? -preguntó Ana.
-
Oh, yo diría que sí -dijo la reina con una sonrisa-. María, ¿por qué no
escribís una nota al cardenal diciéndole que estaremos encantadas de asistir y
solicitando que envíe al maestro de festejos para que podamos decidir el
vestuario y ensayar las danzas?
-
Lo haré yo -dijo Ana. Se levantó de la silla y se dirigió a la mesa donde
estaban la pluma y la tinta-. La caligrafía de María es tan apretada que el
cardenal pensará que rechazamos la invitación.
- Ah, la alumna francesa -dijo la reina amablemente, riendo-. Entonces, señorita
Bolena, ¿escribiréis al cardenal en vuestro impecable francés o en latín?
-
En lo que Su Majestad prefiera -respondió con firmeza. Su mirada no vaciló-.
Tengo bastante fluidez en ambos.
-
Decidle que todas estamos impacientes por representar nuestro papel en su
Château Vert -dijo la reina con dulzura-. Qué lástima que no sepáis escribir en
español. La llegada del maestro de festejos para enseñarnos los pasos de danza
fue la señal para empezar una batalla salvaje, entre sonrisas y las más dulces
palabras, sobre qué papel tendría cada una en la mascarada. Al final intervino
la propia reina y nos asignó nuestros papeles sin discusión. Me dio el papel de
Amabilidad; la hermana de la reina, la princesa María, consiguió el papelazo de
Belleza, Jane Parker era Constancia.
-
Bueno, realmente le queda que ni pintado -me susurró Ana. La propia Ana era
Perseverancia.
-
Demuestra lo que piensa de ti -cuchicheé a mi vez. Ana tuvo la elegancia de
reír.
Íbamos
a ser atacadas por unas indígenas -en realidad el coro de la capilla real-,
antes de ser rescatadas por el rey y sus amigos. Nos advirtieron de que el rey
iría con una máscara dorada, y que nos hiciéramos las desprevenidas.
Al
final fue una obra sin pretensiones, mucho más divertida de lo que esperaba, y
más una pelea en broma que una danza. Jorge me lanzó pétalos de rosa y yo lo
empapé con agua de rosas. El coro eran sólo unos críos que se excitaron
sobremanera y atacaron a los caballeros, dieron vueltas por todos lados, se
marearon y, riéndose tontamente, cayeron al suelo. Cuando las damas salieron
del castillo y bailaron con los misteriosos caballeros, fue el más alto quien
vino a bailar conmigo, el propio rey, y yo, aún sin respiración tras la batalla
con Jorge, con pétalos de rosa en el tocado y por el cabello y fruta escarchada
cayendo por la orla del vestido, me encontré riendo, dándole la mano y bailando
con él como si fuera un hombre cualquiera y yo poco más que una ayudante de
cocina en una fiesta campesina.
Philippa Gregory (Inglesa nacida en Kenia, 1954).
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