lunes, 8 de agosto de 2016

Canícula: EL GRAN GATSBY, de F. Scott Fitzgerald

"... los días del sol canicular de la playa. Lentas, las blancas alas del bote se movían contra el azul del firmamento."
 
(Fragmento del capítulo VII)
 
Yo salí con ellos a la terraza. En el verde estuario, estancado por el calor, un botecito de vela se arrastraba con lentitud hacia el mar más fresco. Los ojos de Gatsby lo siguieron por un momento; levantó la mano y señaló hacia el otro lado de la bahía.

- Vivo exactamente al frente de ustedes.

- Eso veo.

Nuestros ojos se elevaron por sobre el rosal y el prado caliente y las basuras llenas de malezas de los días de sol canicular de la playa. Lentas, las blancas alas del bote se movían contra el frío limite azul del firmamento. Más allá se extendía el ondulado océano con su miríada de plácidas islas.

-Ese es un buen deporte -dijo Tom, asintiendo con la cabeza-. Me gustaría estar con él allá una hora.

Almorzamos en el comedor, oscurecido también para contrarrestar el calor, pasando la alegría tensa con cerveza fría.

-¿Qué va a ser de nosotros esta tarde? -exclamó Daisy-, ¿y el día siguiente, y los próximos treinta años?

-No seas morbosa -dijo Jordan-. La vida comienza de nuevo cuando llega la frescura del otoño.


Francis Scott Fitzgerald (Estados Unidos, 1896-1940)

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