lunes, 13 de abril de 2015

Tu boca: EL TAMBOR DE HOJALATA, de Günter Grass

 "Habíamos cargado ya nuestro equipaje. Debíamos replegarnos con el estado mayor del regimiento."
 
(Fragmento del capítulo 27: Inspección del cemento, o místico, bárbaro, aburrido)

¿Qué más puedo decirles? En nuestro sector, cerca de la desembocadura del Orne, desembarcaron los canadienses. Había que evacuar Bavent. Habíamos cargado ya nuestro equipaje. Debíamos replegarnos con el estado mayor del regimiento. En el patio del castillo había una cocina de campaña humeante. Rosvita me rogó que le trajera una taza de café, pues no había desayunado todavía. Un poco nervioso y temiendo que podríamos perder la salida del camión, me negué y hasta me puse algo grosero. Así que ella misma saltó del camión, corrió con su cazo sobre sus tacones altos hacia la cocina, y llegó junto al café caliente al mismo tiempo que un obús disparado por uno de los barcos atacantes.

¡Oh, Rosvita, no sé qué edad tenías: sólo sé que medías noventa y nueve centímetros, que por tu boca hablaba el Mediterráneo, que olías a canela y a nuez moscada y que sabías penetrar en el corazón de todos los hombres; sólo en tu propio corazón no penetraste, porque de otro modo te hubieras quedado conmigo y no habrías corrido a buscar aquel café tan caliente!

 
Günter Grass (Alemania, 1927-2015). Obtuvo el premio Nobel en 1999.

Con motivo del fallecimiento de Günter Grass, este párrafo de El tambor de hojalata, su novela más célebre, se inscribe en la serie de textos sobre el tema denominado "Tu boca", que he venido recopilando durante las últimas semanas. Bajo la etiqueta con su nombre es posible leer varias referencias a su obra:
Günter Grass
 
La ilustración corresponde a un fotograma de la película El tambor de hojalata (1979), de Volker Schlöndorff.

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