Ya me he confesado un asiduo lector de la poesía de Cesare Pavese y, en general, de los poetas italianos. Así como también he comentado previamente el hecho de que durante mi juventud tuve la oportunidad de aproximarme a la obra de Aldous Huxley -junto con Herman Hesse, dos de los autores más significativos en aquella temprana etapa de mi vida-. Sin embargo, ahora que me he dado a la tarea de ubicar textos referentes al verano con motivo de esta época del año que estamos viviendo en el hemisferio boreal, me encuentro con auténtica sorpresa, por lo improbable del caso, que algunos poemas de Pavese coinciden en su descripción de la atmósfera veraniega con párrafos de Huxley.
Por ejemplo, en El joven Arquímedes, dice: "Al mediodía, en los ardores del verano, el paisaje se hacía oscuro, polvoriento, vago y casi descolorido bajo el sol del mediodía; los montes desaparecían entre las franjas temblorosas del cielo." Ahora estas estrofas de La noche, de Pavese: "A veces vuelve, en el día,/ en la luz inmóvil del día de verano,/ aquel lejano asombro./ Por la vacía ventana/ miraba el niño la noche sobre las colinas/ frescas y oscuras, y se asombraba de encontrarlas tan juntas;/ vaga y limpia inmovilidad."
Este es otro fragmento del mismo relato de Huxley: "Y esa vida, a medida que el sol declinaba, lentamente en la larga tarde, se hacía más suntuosa, más intensa momento por momento. La luz horizontal, con su acompañamiento de sombras alargadas y oscuras, desnudaba, por decirlo así, la anatomía del terreno." En el retrato que elabora Pavese en su poema Encuentro, se lee: "Me sorprende, al imaginarla, un lejano recuerdo/ de mi infancia vivida entre estas colinas,/ tan joven es. Semeja la mañana. Me muestra en los ojos/ todos los cielos lejanos de aquellas mañanas remotas./ Y tiene en los ojos un firme propósito: la luz más limpia/ que jamás tuvo el alba sobre estas colinas."
De nuevo Huxley: "Y al expirar el sol en el horizonte, mientras las colinas más distantes se enrojecían con su luz ardiente hasta que sus flancos iluminados tenían el color de rosas tostadas, los valles se colmaban con la bruma azul de la tarde. Y esa bruma subía y subía..." Con las palabras de Pavese en Manía de soledad: "La estancia está oscura y puede verse el cielo", para después continuar, "Veo el cielo, pero sé que entre los tejados de moho/ alguna luz brilla..." Del mismo párrafo de Huxley: "... el fuego se apagaba en los vidrios de las laderas habitadas. Sólo las cimas ardían todavía, pero todas también se apagaban por fin." Este es el remate de la última estrofa de También eres colina, de Pavese: "... un ardiente silencio/ abrasará los campos/ cual fogatas nocturnas."
Para concluir, regreso a Huxley: "Y luego, casi de golpe, con el pasar de una nube, o cuando el sol había declinado...", prosigue: "Un poco más y era de noche, y si la luna estaba llena..." Ahora, las líneas previas de la misma estrofa final en También eres colina: "Reencontarás las nubes,/ las cañas y las voces/ como sombra de luna."
Huxley y Pavese fueron contemporáneos, aquél era catorce años mayor. La razón por la que se pueden percibir ciertas similitudes entre ambos, es porque corresponden a imágenes del paisaje al norte de Italia. El joven Arquímedes comienza cuando su protagonista renta una casa en la Toscana -con ciertas incomodidades pero desde cuyas ventanas es posible ver la cresta de los Apeninos envueltos en la niebla-. Pavese era originario de la vecina región piamontesa. Uno escribía prosa en inglés y el otro poesía en italiano, sin embargo, como se puede constatar, convergen en algunas coincidencias descriptivas.
La ilustración corresponde a un paisaje de la Toscana entre la niebla.
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