sábado, 14 de mayo de 2011

Páginas ajenas: SILENCIO DE BLANCA, de José Carlos Somoza


Su ceguera era como una cuerda que apretara sus músculos, como una red bajo la que se tambaleara, apresado, su cuerpo desnudo. Se hallaba indefensa como una obra de arte sobre una pared. Detrás, su sombra gigantesca me fascinaba.

- Ven -le dije por fin cuando daba otra vez la vuelta.

Supo de repente que no podía hacer preguntas: tan sólo moverse a ciegas. Se detuvo al oírme y avanzó torpemente hacia mí, o hacia su creencia de mí. Supo también no extender los brazos sino abandonarlos junto al cuerpo: esa atadura otorgó a su andar una cualidad casi obscena, una desnudez superior. Era como si me hubiese regalado la visión de sus propios ojos y yo contemplara su cuerpo con doble intensidad.


Silencio de Blanca obtuvo en 1996 el XVIII premio La sonrisa vertical para novela erótica convocado por editorial Tusquets.

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