viernes, 3 de diciembre de 2010

París, 1848: Verne se encuentra con Dumas


Antes de cumplir los veinte años, en 1847, Julio Verne dejó su ciudad natal, Nantes, para irse a estudiar derecho a París. En las biografías oficiales se asegura que fue un tío suyo quien lo introdujo en los círculos literarios parisinos, en donde le presentaron a Alejandro Dumas. Sin embargo, existe una anécdota consignada por Bernard Frank, en su biografía sobre Verne, que resulta bastante más divertida.

Los estudiosos de la vida de Verne coinciden en que padeció severos problemas digestivos, los cuales se originaron por lo mal que comía durante su época de estudiante. Algunos aseguran que su padre le enviaba una modesta suma mensual que apenas le alcanzaba para cubrir la parte que le correspondía por la renta de una habitación que compartía con su amigo Edouard Bonamy, y otros, que la mayor parte de ese dinero lo gastaba en libros. Como haya sido, el caso es que padeció una severa estrechez económica y era frecuente que enfrentara el día en ayunas.

En alguna ocasión acudió a la casa de Madame Barreré, en donde tenían lugar tertulias literarias frecuentadas por los escritores y artistas de entonces. Era una noche de 1848, y cuando el joven Verne abandonaba el lugar, se tropezó con un hombre mayor que él, de apariencia respetable y bien vestido, quien subía apresurado las escaleras y que casi lo arrolló con su ímpetu. No se le ocurrió otra ofensa que espetarle: "Debe haber usted cenado muy bien esta noche", a lo que aquel caballero le contestó: "Perfectamente, joven. Nada menos que un omelette de tocino al estilo Nantes". Como Verne era originario de esa ciudad, se sintió en la obligación de denostar la versión parisina de su platillo regional y afirmó con aire despectivo que la receta auténtica incluía el azafrán que en la capital no acostumbraban. El desconocido le preguntó entonces si él sabía cocinar y si podía preparar un omelette como el que describía, Verne respondió: "Sobre todo me los sé comer. ¿No traerá usted uno de casualidad?". El hombre le llamó insolente y lo retó, pero no a un duelo en defensa del honor, como se estilaba en aquellos tiempos, sino a cocinar el platillo tal y como la había descrito, por lo que le entregó su tarjeta de presentación, Verne quedó estupefacto al constatar que se trataba nada menos que de Alejandro Dumas.

Otras versiones indican que con quien hizo amistad en realidad, fue con el hijo de Dumas, del mismo nombre, ya que en una entrevista con Robert Sherard, publicada en Estados Unidos en el otoño de 1893, en McClure's Magazine, declaró: "Pero el amigo con el que tengo la deuda más profunda de gratitud y afecto es con Alejandro Dumas hijo, al cual conocí por primera vez a los veintiún años. Nos hicimos amigos casi al instante. Fue el primero en animarme. Pudiera decirse que fue mi primer protector. No nos hemos encontrado desde hace un buen tiempo pero, mientras viva, nunca me olvidaré de su gentileza, ni tampoco de lo que le debo. Me presentó a su padre; colaboramos juntos. Escribimos una obra titulada Las pajas rojas..."

Lo que es un hecho, perfectamente documentado, es que Alejandro Dumas padre impulsó la carrera de Verne y al parecer fue él quien lo introdujo con Pierre-Jules Hetzel, que sería el editor de sus obras.


La ilustración corresponde al cartel promocional de las nuevas publicaciones de Hetzel,
en 1890, incluidos Voyages Extraordinaires, de Jules Verne.

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