miércoles, 27 de octubre de 2010

Tiempo después, otro ferry de octubre a Gabriola


Hace muchos años ya, cuando aún vivía en México, algunos escritores con quienes conviví por aquella época, tenían la costumbre de que al visitar Cuernavaca hablaban del "recorrido Lowry". Un fin de semana que se organizó traté de tomar parte, aunque confieso sin rubor alguno, que no me fue posible terminarlo. La idea era evocar el itinerario que se dice cubría Malcolm Lowry de camino a su casa, ya que se trasladaba a un bar alejado de ella y de regreso se iba deteniendo en todas y cada una de las cantinas con las que se iba topando. Por supuesto, muchos de los lugares originales ya ni siquiera existen y han sido reemplazados por otros nuevos en los que, quienes emprenden esa aventura etílica, están obligados a hacer una escala. Conocida es la fama de bebedores de largo alcance de muchos escritores, particularmente mis amigos de entonces. Debo admitir que no es mi caso. Pero al menos lo inicié junto con ellos, hasta que el deseo irreprimible de una siesta me venció. El pasado fin de semana me entusiasmé a llevar a cabo un segundo trayecto que, supongo, han cubierto menos escritores de habla hispana que el referido.

En octubre de 1946, poco antes de que apareciera publicada la primera edición de Bajo el Volcán, el matrimonio Lowry abordó una lancha que los llevó a Victoria, en la isla de Vancouver, de ahí se trasladaron en autobús hasta Nanaimo, en donde un pequeño ferry los llevaría a la isla Gabriola. El resultado de ese viaje fue un relato que bosquejaron entre ambos pero juzgaron que la calidad no era la deseada y archivaron la idea. Tampoco les fue posible quedarse a radicar en ese lugar, como era el plan que tanto les entusiasmaba a ambos.

Sin embargo, Malcolm Lowry continuó trabajando en la idea y en 1951, desde su casa en Dollarton, le escribió a su agente, Harold Matson: "El Ferry de octubre a Gabriola, otra novela, cuyo primer borrador escribimos juntos, no se dio. Ahora he reescrito una versión más extensa que trata sobre el tema del desalojo, el cual se relaciona con un hombre en particular, pero cuyo tema es universal. Creo que es un condenado asunto que puede ser muy interesante."

En 1953, Lowry envió una nueva carta a su agente, en la que le informaba que su novela seguía creciendo y le había obsesionado y deleitado por meses. Finalmente, en 1957, ya de regreso en Inglaterra, Lowry comentaba con sus amistades que estaba escribiendo una gran novela de atmósfera triste. En junio de ese mismo año, falleció. Su viuda, Margerie Bonner, trabajó en la publicación póstuma de sus cuentos y poemas, en 1961 y al año siguiente. Tiempo después se dedicó a trabajar en la recuperación y orden de los manuscritos de la novela. En 1964 aparecieron tres capítulos en una revista literaria y fue hasta 1970, que por fin Ferry de octubre a Gabriola quedó concluida y publicada.

De manera que convencí a mi amigo Raúl Herrera -siempre dispuesto a romper con la rutina-, de que me acompañara en este viaje, qu debía llevarse a cabo durante el mes de octubre, para cumplir con su verdadero cometido. Sin embargo, en el transcurso de los poco más de sesenta años en que los Lowry lo efectuaron -que según el propio escritor eran conocidos entre sus amistades como "alcohólicos sinónimos" y nosotros íbamos en plan más bien abstemio-, muchas, quizás demasiadas cosas han cambiado. Para empezar ya existe un transbordador directo a Nanaimo, de manera que no es necesario trasladarse por carretera desde Victoria -que es lo que motiva el título del capítulo inicial de la novela: The Greyhound, y del cual ya incluí un fragmento la semana pasada-, y más obvio todavía que las embarcaciones descritas por Lowry no coinciden con las que atraviesan el estrecho de Georgia en la actualidad. Pero la intención ahí queda. Apelando a la benevolencia de quienes estén dispuestos a compartir el relato de mi experiencia, he cubierto en cierto modo, los dos recorridos de Malcolm Lowry. Ahora ya sólo me faltaría escribir una novela con la importancia de Bajo el Volcán. Tengo la impresión de que ésa será la parte más difícil de lograr.


La ilustración es una fotografía del ferry que cubre el trayecto a Nanaimo.

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