jueves, 28 de octubre de 2010

Rafael Alberti: poeta del otoño


Alberti nació en el otoño de 1902. Muy joven, aún adolescente, su vocación original por la pintura daría el salto definitivo a la poesía, ante el ataúd de su padre, cuando escribe sus primeros versos. El mar y el exilio marcaron su vida. Tras la guerra civil se fue a París, junto con su esposa María Teresa León -de quien ya me he ocupado con motivo de Memoria de la Melancolía-, pero el gobierno de Pétain les retira el permiso de trabajo por su filiación comunista y Pablo Neruda los ayuda a trasladarse a Chile ante la inminencia de la invasión alemana. Después radicaron en Buenos Aires y Roma. Regresarían a España hasta 1977, tras la muerte de Franco.

Por cierto, no resisto la tentación de mencionar la anécdota de cuando a Alberti y a su mujer no les permitieron desembarcar en el puerto de Tampico y el cónsul español en mi tierra natal había dejado en sus muros letreros advirtiendo que habían llegado "las hordas antipatria", por lo que el poeta escribió entonces en respuesta un soneto que empezaba diciendo: "Tampico entero sabe que respinga/ su excremencia por ser un caballero..."

Volviendo al otoño, siempre presente en la poesía de Alberti, como en El regreso:

"He elegido este día.
Aquí va a comenzar otra vez el otoño.
Allí, la primavera.
He elegido este día.
Aquí todas las hojas se preparan
para morir. Una neblina tierna,
movida por el viento,
va a hacer más delicada su caída."

Y ahora, este fragmento que pertenece a Retornos del otoño:

"Miro el otoño, escucho sus aguas melancólicas
de dobladas umbrías que pronto van a irse.
Me miro a mí, me escucho esta mañana
y perdido ese miedo
que me atenaza a veces hasta dejarme mudo,
me repito: Confiesa
grita valientemente que quisieras morirte."

A Versos sueltos de cada día, publicados en 1982, corresponde "bajo el contraste ardido de las hojas/ del otoño fantástico..." Y en El viaje a Europa, de 1968, dice: "Bajé a ti desde un cielo de otoño una mañana./ Noviembre entre la bruma azul se deshacía." Para exclamar en Retornos de amor en la noche triste, "Amor mío, amor mío, es tu cabeza/ de oro tendido junto a mí, su ardiente/ bosque de largo otoño quien me escucha."

Rafael Alberti era el último sobreviviente notable de la llamada generación del 27. Falleció en el mismo lugar que le vio nacer, el Puerto de Santa María, en Cádiz, a los 96 años de edad. Sus restos fueron incinerados y las cenizas arrojadas al mar, se declararon tres días de luto y se le rindió homenaje popular. Murió un 28 de octubre, como debía ser, en pleno otoño.


La ilustración corresponde a Canibalismo en otoño (1937), de Salvador Dalí,
miembro también de la generación del 27.

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