Vivimos en la corte del rey morbo. Somos sus pajes, bufones, juglares y uno que otro marqués, rindiéndole pleitesía. Claudicó la discreción. El pasamontañas del subcomandante Marcos es innecesario, todos sabemos quién es. "El Mochaorejas" aparece en pantalla sin ningún pudor. "El Divino" reparte autógrafos en lugares públicos. Cualquier hijo de vecino expone sus miserias en un talk show. Un grupo de enajenados se encierra para someter su intimidad al omnipresente dios-cámara bautizado, a despecho de Orwell, el Big Brother. Cualquier cosa es preferible al anonimato. Si Jesucristo regresara a tratar de redimirnos, le daríamos un programa de televisión.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario