martes, 28 de mayo de 2024

Mirándolas dormir: LOS PÁJAROS, de Daphne du Maurier

"Entonces vio el batir de las alas de algo que desaparecía tras el tejado. Era un pájaro,,,"

(
Fragmento)

El granjero tenía razón: esa noche cambió el tiempo. La habitación de Nat daba al este. Se despertó justo pasadas las dos y oyó el viento por la chimenea, no era ni la tormenta ni las ráfagas violentas de un vendaval del sudoeste portador de lluvia, sino el viento del este, frío y seco. La chimenea sonaba a hueco y se oyó una teja de pizarra suelta en el tejado. Nat escuchó y pudo oír el mar atronador en la bahía. Incluso el aire de la pequeña habitación se había vuelto frío: sintió desde la cama una corriente de aire que entraba por debajo de la puerta. Nat tiró de la manta que lo envolvía, se acercó más a la espalda de su mujer dormida y permaneció  despierto, vigilante, consciente de un recelo infundado.

Entonces escuchó el golpeteo en la ventana. No había ninguna enredadera en las paredes de la casa que se desprendiera y arañara el cristal. Escuchó. El golpeteo continuó hasta que, irritado por el sonido, Nat se levantó de la cama y se dirigió a la ventana. Al abrirla algo le rozó la mano, picándole en los nudillos, arañándole la piel. Entonces vio el batir de las alas de algo que desaparecía tras el tejado. Era un pájaro; no podía decir de qué clase. El viento debía haberlo llevado a refugiarse en el alféizar.

Cerró la ventana y volvió a la cama, pero, al sentir los nudillos húmedos, se los llevó a la boca. El pájaro le había hecho sangre. Supuso que, asustado y desconcertado, el pájaro, en busca de refugio, le había clavado el pico en la oscuridad. Una vez más se dispuso a dormir.

El golpeteo comenzó de nuevo, esta vez con más fuerza, más insistencia, y el sonido despertó a su mujer que, dándose la vuelta en la cama, le dijo:

- Mira qué pasa con la ventana, Nat, algo está golpeando.

- Ya lo he comprobado -le respondió-. Hay un pájaro que está intentando colarse. ¿No oyes el viento? Sopla del este, está empujando a los pájaros a buscar refugio.

Échalos -le dijo-. No puedo dormir con ese ruido.

Se dirigió a la ventana por segunda vez y, ahora, cuando la abrió, no había un pájaro en el alféizar sino una docena. Volaron directos hacia su cara, atacándolo.

Nat gritó, golpeándolos con los brazos, ahuyentándolos; y, como el primero, volaron sobre el tejado y desaparecieron. Rápidamente cerró la ventana y echó el pestillo.


Daphne du Maurier (Inglaterra, 1907-1989).

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