"... despertar por la mañana, despeinado y sin afeitar (...) con una joven guapa durmiendo apoyada en su hombro."
(Fragmento del capítulo III)
El tren, que debió arribar a Glasgow a las seis y media de la mañana, llegó hasta la una de la tarde. Para entonces tenían un hambre voraz, insaciable, pero tampoco consiguieron almorzar.
Un amable portero, cuya conversación era casi ininteligible para ambos, les informó que el tren hacia Gourock salía en cinco minutos. Así que tuvieron que apurarse para alcanzarlo sin haber comido y así partieron a lo largo de Clydeside hasta la costa.
Para Alan Campbell resultó una sorpresa al despertar por la mañana, despeinado y sin afeitar, encorvado entre los cojines de un vagón de ferrocarril, con una joven guapa durmiendo apoyada en su hombro.
Una vez que recuperó su ingenio, decidió que le encantaba. Una sensación de aventura flotaba en su alma aburrida y lo embriagaba. No hay nada como pasar una noche con una chica, aunque sólo sea de manera platónica, para remover el sentimiento de restricción. Alan advirtió, un tanto decepcionado, que el paisaje a través de la ventanilla seguía siendo el mismo que en Inglaterra: aún no se veían acantilados ni brezos.
John Dickson Carr (Estados Unidos, 1906-1977).
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